No me asombró cuando a fines de la década supe que Flores había sido uno de los fundadores de un grupo autónomo de intervención poética, que escenificaba y cantaba versos en calles y casas de La Habana, sin permiso oficial, llamado Omni Zona Franca. Como todos los intentos de asociación independiente, el grupo fue restringido, censurado y descalificado por la burocracia cultural, que no toleraba que los recitales “Poesía sin fin” se realizaran al margen del poder. Para seguir leyendo…
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