¿Cuál es el precio de ser fiel al lugar de nacimiento o adopción, para un ciudadano que lee el concepto de patria o nación desde una perspectiva individual? Ser un cronista mal visto por cazadores de mercenarios o un voyeur miope de la realidad; alguien destinado a ignorar el alivio de las “bellezas del físico mundo”, cegándose ante los “horrores del mundo moral”. Solo quienes aman el estatismo, la arbitrariedad o el remiendo gozan en Cuba. La Isla personifica una coartada más chovinista que nacionalista, donde el ocio presume de suplantar carencias. Para seguir leyendo… (Imagen: M. Menéndez).
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