En Cuba apenas existe lo que tradicionalmente se conoce como “clase obrera”, que agrupara tradicionalmente a los trabajadores azucareros. Pese a una nueva diferencia con la Polonia de 1980 está en que Cuba, aunque era un país en 1957 que se identificaba como católico —los protestantes y judíos eran una minoría muy pequeña—, tres décadas de ateísmo como política oficial y sus consecuencias, exilio y marginación incluidos, hicieron descender considerablemente la cifra de católicos en Cuba. Hoy la Iglesia católica es un poco más fuerte que en 1993 cuando publicó El amor todo lo espera, pero su influencia social, a mi juicio, es mucho menor. De ahí que, si me fuera inclinar por alguna analogía con el este-europeo, no lo haría por Polonia o por las otrora imperiales Rusia y Hungría, sino por Checoslovaquia. Para seguir leyendo…
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