Se reconoce en estos versos al poeta de los rocks de El esplendor y el caos (1991), abierto al lenguaje y su infinita capacidad de asociación metafórica, a una libertad retórica que intimida. Se descubre en él el cansancio del hombre moderno fundido al cansancio clásico del pensamiento y el mito, porque la acción mítica, el brazo que asalta, desde Hesíodo a Delfín, asumen a la vez lo sorpresivo y la desesperanza, la promesa de las islas y la frustración, aquello que Lezama llamó “mito y cansancio clásico”.En medio de semejante panorama, el propósito es “exaltar una vida desastrosa y llevarla a la condición de epos” y tender “al esplendor del Tao“.Para seguir leyendo…
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