Elkin Rubiano: Devolución [de Ricardo Miguel Hernández]

Yemayá se apareció sin ser invocada, gracias a mi amigo Ricardo Miguel. Así, la isla llegó a la montaña: la fotografía de un rito yoruba celebrado en el emboque de Regla, que se instaló en la falda de Monserrate.
Llegó con Ricardo. O con Miguel. Intercalo sus nombres cuando me dirijo a él, pues jamás lo había nombrado. Es la primera vez que lo veo en persona, y sus nombres —como su presencia— también se desplazan. Trajo consigo una serie fotográfica titulada “Ella”. Y ella es la presidenta del CDR del edificio donde vive —el Comité de Defensa de la Revolución, un órgano de vigilancia del régimen—. Miguel invierte el orden de la mirada: desde la mirilla de su puerta, dispara la cámara durante tres años. Captura así el dominio donde ella reina. Un mando que, por otra parte, ningún vecino desea asumir: dejar pasar que la vigilancia del régimen se desenvuelva en su sinsentido.El gesto de Miguel es objetivo y distanciado; no hay juicio ni crítica en su observación, porque su espíritu no es ese.
El espíritu de Miguel está en la naturaleza propia de la isla, anterior a cualquier régimen. Me habla de un amigo babalao —blanco y rockero— que interpreta el oráculo. Y, por allí, me cuenta la historia de otro Miguel: Miguel García Mendivia, el abuelo espiritual de su linaje, un esclavo doméstico que por línea familiar llega hasta él para protegerlos de todo mal. El espíritu se encarnaba en la abuela paterna de Miguel, Esther María Martínez, quien obraba como medio para interceder sobre los asuntos de familia.
Sin embargo, para Miguel, ese espíritu ya no obra en ellos. Dejó de hacerlo para toda la familia tras la muerte del padre, Ricardo Hernández Martínez, quien le había construido un altar doméstico, dándole cuerpo a la presencia: un muñeco de plástico —de unos treinta centímetros— pintado de negro y vestido como un esclavo de plantación con machete, tabaco y cuenco.
Hace un par de años, el espíritu se le apareció en sueños a la madre de Miguel pidiendo que lo liberaran. Al poco tiempo, a su hermano gemelo, Ricardo Ángel, también se le reveló con la misma demanda. Ahora, Ricardo Miguel imagina la manera de cumplir ese designio. Proyecta posibles rutas para el retorno: que los pasos del tiempo se echen atrás, que los siglos caminen al revés, para que el espíritu de Miguel regrese al Congo.
He tenido que recurrir al mapa para ubicarlo. Se encuentra en la línea del Ecuador. Y me alegra imaginar que el retorno se cumpla: que la restitución, por regla, no sea imperial. Celebrar que desde el aislamiento los pasos de la historia se reescriben.
Nota
[*] “Ella”, del artista cubano Ricardo Miguel Hernández, hace parte de la exposición Utopías Caribes, presentada en la Casa Museo Quinta de Bolívar, en Bogotá. La serie fotográfica, construida desde la intimidad, propone una relectura del archivo doméstico en el contexto cubano contemporáneo. La exposición estará abierta al público hasta el 20 de julio.
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Publicación fuente ‘Esfera pública’
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