Sandra Ceballos: Justicia de qué, ¡se alquila!

Artes visuales | 1 de julio de 2025
©Fernando Ruiz, ‘Hombre de un solo libro’.

Es muy simple, dentro de  la valoración del arte, casi todo se reduce al «Gusto», aunque algunos críticos en sus textos se empeñen en tratar el tema con escrituras crípticas, mediante una aglomeración de palabras estrambóticas exentas de popularidad y aprendidas de otros críticos crípticos exentos de popularidad.

“Me gusta o no me gusta” (claro, la mayoría de las veces a nivel subconsciente) y no solamente me refiero al producto sino también al productor/ra/rx, a elementos extra artísticos disímiles, una avalancha de variété de tácticas.

El arte ha sido y es un negocio que a su vez contiene herramientas «abrecaminos» como sexo, dinero, explotación y poder.

Actualmente la minoría de los artistas y la mayoría de los críticos, coleccionistas y curadores/comisarios de arte crean una plataforma de estabilidad (de tipo corcho) necesaria para ganar cada día más posiciones, economía y no decaer, en buena ley son la «new wave» del sistema empresarial del arte contemporáneo, o sea, los «mipymeros nouveau del arte», resueltos a fluir también hasta en la manipulación de sentimientos ajenos si así fuera necesario, el engaño: Falso amore…

Otra anotación activista/táctica de esa relación crítico, coleccionista, curador/comisario y artista se dirige a cuidar las espaldas, es decir, no vincularse con personas del medio artístico que posean una actitud irreverente aunque cuenten con aptitudes irrefutables en su profesión. 

Las personas irreverentes suelen ser peligrosas aún cuando no lo parezcan, pues son la pesadilla de los negociantes de talento; peligrosas cuando no se dejan manipular y peor aun cuando fingen ser manipulados: estas personas lanzan el cordel para ver hasta dónde pica el invasor y después lo cortan (Jjj).

Fernando Ruiz siempre fue y es de esta especie, es decir, de los artistas que no fluyen fácil con los mipymeros del arte.

En el Espacio Aglutinador estuvo presente en varios eventos e incluso en uno de los más importantes, el cual se realizó entre el 2016 y 2018: Malditos de la posguerra.

Fernando no solamente pinta y pinta bien, sino que entiende la pintura no efectista, ni simuladora de estéticas demasiado construidas o «estética con Botox» (como suelo llamarle), o conceptualizaciones rimbombantes, pinta sin trauma por no ser un artista multidisciplinar dentro de la multitud o avalancha de artistas multidisciplinares del momento. Todos somos artistas multidisciplinares, qué aburrido.

La moda no es lo suyo y sí lo auténtico representativo de la sociedad a la que pertenece o la que le tocó. Es un cronista límpido de los más oscuros sentimientos psicosociales dentro de su percepción subconsciente.

Fernando Ruiz fabrica des-humanidades confusas que deambulan bajo un reflector de desasosiego y violencia dentro de este, Planeta salvaje, o sea, Cuba.

25 de junio 2025