José Antonio Michelena: El sonido y la furia de Iván Fariñas / Entrevista

Archivo | Memoria | Música | 31 de octubre de 2025
©Portada del demo ‘Bloomer plástico’

Una noche en pleno invierno
La penumbra como aliento
La tristeza ya es olvido.
Iván Fariñas

Llamando, llamando,
llamando a las puertas del cielo.

Bob Dylan

I.

Un día después del fallecimiento del músico cubano Iván Fariñas, el pasado 20 de mayo, publiqué en mi muro de Facebook la entrevista que le realicé veinte años atrás para la desparecida revista impresa Cultura y Sociedad, de la agencia Inter Press Service (IPS). Fue una suerte de homenaje póstumo en el que recirculé un texto prácticamente desconocido en el que Iván, además de su trayectoria y de Viento Solar, habla de muchos temas relacionados con el rock.  

Yo conocí a Iván en el cibercafé del Instituto Cubano del Libro, el primero que se abrió en La Habana, un espacio donde coincidíamos escritores y artistas de un espectro muy amplio y diverso. Como en la sala de navegación no había suficientes computadoras para todos al mismo tiempo, era necesario esperar nuestro turno en un saloncito aledaño donde uno se podía tomar un te cómodamente sentado. El lugar se prestaba para socializar. Allí conversamos varias veces, y pactamos la entrevista.

Varios años más tarde volvimos a coincidir en la sala de navegación de la UNEAC. La última imagen que guardo de él, en ese lugar, es un reclamo muy airado que le hacía al informático que atendía la sala. Cuando tuve acceso a internet por datos móviles dejé de ir a la sala de navegación y no vi más a Iván, no supe más de él.

Hasta que leí la noticia de su muerte y me dio por rastrear información sobre Iván Fariñas y Viento Solar. En la búsqueda, leí varios textos en los que Iván, con muy alta estima de su trabajo dentro del rock cubano, señala, de manera reiterada, bajas pasiones y celos profesionales en el gremio que dan lugar a barreras, obstáculos, y todo tipo de dificultades contra las que debe lidiar. En una entrevista para Rock Crítico, a principios de la década del 2000, a la pregunta de Gabo Pere, «En sus inicios, qué fuerzas exteriores conspiraban contra la banda», declara:

Te puedo decir que era todo, desde el barrio, los vecinos, la familia, los amigos y por supuesto algo que siempre ha llevado a rastro la banda, la envidia y el celo artístico sobre ella, creo que esto último es lo que más nos ha cerrado el camino; en realidad era algo insoportable, a lo que se sumaba la carencia de artículos, hasta cuerdas y parches de batería.[1]

Esa entrevista forma parte de una especie de reportaje a través del tiempo para Indyrock Magazine. Allí aparece un artículo del escritor cubano Pedro Oscar Godínez, en el que este hace una pregunta inquietante:

Por qué una agrupación fundacional en el terreno del rock cubano como lo es Viento Solar, pionera, al menos en lo nacional, en esa forma de expresión musical, no recibe la debida atención de los medios de contratación y promoción que la banda amerita en razón de sus treinta y siete largos años de vida artística activa y de ininterrumpido accionar en este terreno; ni es contratada siquiera por alguno de los diferentes nigth clubs con que cuenta la capital.

A continuación, el propio Godínez [se] responde, y articula una defensa de la agrupación:

Porque en lo que se refiere a calidad, historial, músicos, instrumentos, repertorio, seguidores, y voz propia, no le faltan a Viento Solar. Todo lo que nos lleva a pensar que estos atributos no parecen resultarles suficientes a quienes, encaramados en la nube de su autosuficiencia, organizan, planifican, determinan, programan y hasta dictaminan como jueces infalibles quién es quién, quién vale y quién no vale, quién va y quién no va y quién actúa y quién no actúa en circuitos, salas, teatros, espacios públicos, televisivos y radiales.

El artículo referido comienza con una generalización que se puede interpretar como un colofón a lo anterior:

[n]o constituye secreto alguno para nadie, de que la calidad, cuando es verdadera, se paga bien cara. Y […] algunos la perciben, desde una estrecha óptica llena de intereses creados, producto de tendencias, rivalidades, protagonismos, competencia y mediocridad; como una fuerte amenaza a sus intereses (entiéndase personales, grupales), capaz de poner en peligro su estatuso posicionamiento dentro de un determinado orden personal de cosas dado o establecido en esta compleja esfera del arte.[2]

Los planteamientos de Godínez están en sintonía con los reclamos y quejas de Iván, apreciables en las publicaciones que consultamos. En el propio año de publicación de ese artículo, 2012, Iván responde a una extensa entrevista al blog Rock de las Américas, en la que se expresa con amplitud respecto al rock en Cuba. En sus respuestas hace un recorrido por la promoción en los medios, la contratación, los espacios, las tendencias, la popularidad, el gusto, y señala la competencia desleal que debe enfrentar la banda.

Entre muchos otros aspectos presentes en su relato, apunta Iván: «Viento Solar es una banda que suena demasiado bien al punto de crear envidias, de tener sonido propio y muchísima música propia, además de tener público que nos sigue a pesar de estar siempre situada en un apartheid. Jamás hemos encontrado sitio fijo donde tocar ni mucho menos».[3]

Llegados hasta aquí, pongamos todo en perspectiva. Iván Fariñas abrazó el rock desde la infancia y vivió entregado a esa música con las consecuencias que trae tal militancia en la Cuba post 1959. Recordemos que en los sesenta, los músicos de rock tuvieron que lidiar con el rechazo del gobierno-estado a las representaciones de esa cultura musical, no solo la música, sino también el pelo largo, la ropa, la lengua inglesa, la rebeldía juvenil…; en los años siguientes, estuvieron entre las víctimas de la intolerancia del decenio oscuro; y cuando se crearon instituciones y espacios (insuficientes) para el rock, la mediocridad de los funcionarios y dirigentes del sector cultural no les facilitó a los cultores de ese género musical una zona de confort, una manera de ganarse la vida con contratos dignos, discos, programas, giras, relaciones internaciones, o promoción adecuada.

Esa mediocridad de cuadros y funcionarios en las instituciones culturales del estado ha propiciado una jerarquía errónea a la hora de distinguir y promover a los artistas. Tengamos en cuenta que Iván Fariñas, desde los 12 años formó parte del universo musical cubano, y compartió escena con Luisa María Güell, Los Zafiros, Meme Solís, Wilfredo Mendi, Leo Castañeda, Jorge Bauer, Chanito Isidrón, Fabiola del Mar, Bebo Inclán, el Cuarteto del Rey, Benny Vidal, Ricky Orlando, Elena Burke, Francisco Fellove y los Muñequitos de Matanzas, entre otros.[4] Todo eso antes de cumplir los treinta años no es poca cosa.

Cuando funda Viento Solar en 1975, a los veintiséis años, ya Iván Fariñas tiene un recorrido en la música, y a partir de entonces construye un camino largo y accidentado en el que deja algunas canciones que están entre lo más notable del rock hecho en Cuba. No todos los números de Viento Solar pueden escucharse en YouTube, pero solo oyendo los temas de Memoria y Amo la vida, además de su ejecución de los covers, ya es suficiente para corroborar su valía.

Durante sesenta años, contra todas las mareas, estuvo luchando Iván Fariñas en la música rock de la Isla. En cuanto a resistencia y resiliencia no hay quien le dispute el cetro. Según Parche. Enciclopedia del rock en Cuba, Viento solar había tenido cinco tecladistas, nueve bajistas, veinticinco bateristas y trece guitarristas.[5] En la entrevista, Iván me comentó al respecto: «la banda ha tenido muchas alineaciones, realmente ha sido un duro bregar para mí». Agréguense las dificultades con los instrumentos y equipos y la tensión económica. Cuando le pregunté de qué vive un músico de rock en Cuba, me contestó: «en estos momentos casi del aire».

Tal vez, la mayor angustia existencial de Iván haya sido esa idea de no haber sido reconocido de manera justa, algo con lo que debe lidiar todo artista, pero a él le consumía mucha energía. Desafortunadamente, el juicio para situar al artista y a su obra en el lugar que le corresponde puede tardar mucho tiempo.

Mas, sin esperar el dictamen de la historia, podemos decir que por la cantidad de años de protagonismo en la música rock, por su enorme entrega, por las veces que se levantó y reinventó su banda, por los subgéneros que recorrió, Iván Fariñas no solo es una leyenda del rock cubano, sino que es nuestro Elvis Presley, Chuck Berry, Big Halley, Little Richard, John Lennon, Ozzy Osbourne, David Bowie, Robert Plant…

©Iván Fariñas en concierto

II.

Cincuenta años en el rock. Entrevista con Iván Fariñas

«El rock and roll llegó a Cuba rápidamente. Chuck Berry, Little Richard, Big Halley, y sobre todo, Elvis Presley conquistaron la Isla en los cincuenta. En la década siguiente, un ídolo local, Luis Bravo, estableció un récord de ventas que aún no ha sido igualado». Así lo asegura Iván Fariñas, quien ha dedicado su vida al rock. Difícilmente haya algún cubano de tan larga militancia ininterrumpida en este género musical, como ejecutante y autor. A sus 55 años Iván sigue indoblegable, viviendo para el rock. Hablar con él es tocar la historia del rock en Cuba. Veterano de varias bandas rockeras, pionero de la composición en el género, Fariñas es el leader de Viento Solar, una agrupación que próximamente cumplirá treinta años de fundada. Toda una hazaña.

—Iván, ¿cuándo eres consciente de haber disfrutado por primera vez de un número de rock?

—Cuando tenía seis años (en 1955) y papá me trajo como regalo «Don΄t be cruel» y «Hound dog» en un simple de 45 RPM.

—Háblame de tus inicios, como oyente de rock y como ejecutante y creador de esta música.

—Mi hermana estudiaba desde principios de los años cincuenta en Estados Unidos y de allá traía mucha música. Recuerdo a Patti Page, The Chordettes, Al Hibler, y otros muchos, como Guy Mitchel, Steve Lawrence, etcétera. Eran discos que ella trasladaba en sus viajes y luego me dejaba. Yo viví fascinado con esa música durante mi niñez. A los doce o trece años compartía esto con las arremetidas de tumbadoras que daba en compañía de los amiguitos del barrio de Colón, donde transcurrió mi infancia, a solo ochenta metros del solar California, lo cual tuvo un peso en mi subconsciente, e influyó también en mi labor como creador ―que inicié cuando apenas estaba en la escuela primaria.

—¿Quiénes te influyeron inicialmente? ¿A quiénes querías imitar?

—En la música me influyó mi mamá, que era profesora de piano; en las letras, mi papá; en el rock and roll, mi hermana; pero nunca quise imitar a nadie, simplemente oía de todo, desde Celia Cruz, Rolando Laserie y Benny Moré, hasta Little Richard, Chuck Berry y Brenda Lee.

—Cuéntame de la prehistoria del rock en Cuba y como tú entras en ella.

—Cuando yo comienzo a tocar rock lo primero que tenía a mi vista que casi podía tocar era a Luisito Bravo y luego a Los Astros de Raúl Gómez; algo aún mas cerca, a Los Vampiros y a Los Satélites, más asequibles por estar más lejos del estrellato. Yo oía mucho, desde el año 1960, la WQAM y la WTVS, emisoras de La Florida que trasmistían en AM. Pero siento que cuando me inicié como músico en serio fue en los inicios del limbo rock, aunque el twist me encontró fresquito con Los halcones. Ya yo venía haciendo rock and roll desde la escuela primaria con un grupito que se llamaba Venatón y en aquel momento solo oía, dentro del rock, a la emisora cubana CMOX («fourty night in your dial») la que transmitía las 24 horas del día, música en inglés y por supuesto no siempre rock. Verdaderamente nunca oía a Radio Krammer, prefería la discoteca de Radio Cadena Habana que duraba toda la tarde y donde se mezclaba muy bien lo nacional con lo extranjero.

—Dime cómo es la historia de Viento Solar y de las otras bandas en que has estado.

—Después de la experiencia infantil con Venatón, a los seis años, mi primera banda de verdad fue Los halcones, en 1961; luego vinieron El cuarteto negro, en 1965; y El quinteto negro, en 1966; en esta última compartimos escenario con agrupaciones y figuras inolvidables como Los zafiros, Luisa María Güel, Enrique Arredondo, el cuarteto de Meme Solís, Zenia Marabal, Carlos Pous, Bebo Inclán, Wilfredo Mendi. Luego fui al Servicio Militar y allí colaboré en la creación de Los Gafas; al salir del Servicio, en 1970 formé The musical power men, banda que solo hacía covers. Esta agrupación se disolvió en 1974 pues ya en aquella época la idea de contratar bandas para fiestas particulares estaba pasando de moda; no obstante, seguí en el rock y con Enrique Illa (ex Mensajeros) fundamos Illamaba-By. Aquí solo duré seis meses (dos meses después el grupo se desintegró). Tuve entonces una breve etapa en que me sentí un tanto disociado; pero vino mucha gente a darme ánimos y esperanzas y el 22 de junio de 1975, en una reunión de cumpleaños, junto a un grupo de amigos, surgió la idea de crear una nueva banda a la que no pusimos nombre; este (Viento Solar), vendría más tarde en una conversación amistosa con Silvio del Valle, amigo de mi infancia. Fue su aporte. Empezamos a ensayar días después en una loma en la Calzada de Puentes Grandes.

Viento Solar se inició como grupo cover, pero poco a poco yo fui despejando esa realidad y convirtiendo la banda en un grupo de rock con identidad propia. La agrupación se dio a conocer en el club La Zorra y el Cuervo donde permanecimos durante todo el año de 1977.

Viento Solar, según el Diccionario de rock latino Zona de Obras, comenzó con Miguel Izquierdo en el bajo, Juan Frau Abruñedo en la batería, e Iván Fariñas en la guitarra leader y el canto; mas no fue así, éramos cinco los miembros; y estos eran Pussy, un ex Chicos de la Flor, en el canto; Alberto Alfonso, un ex 6l6, en la batería; El negro, en la rítmica y la filarmónica; El Cundo, en el bajo; y yo, en la guitarra leader y la segunda voz. La alineación referida en el diccionario fue la que siguió a esta, la del primer éxito. Luego, en el 80, Miguel Izquierdo partió hacia USA y Juan Frau hacia España. Después la banda ha tenido muchas alineaciones, realmente ha sido un duro bregar para mí. Pero me ha dado grandes alegrías. Nunca me sentí mejor que cuando tocamos por primera vez «Soul in blue» en La Zorra y el Cuervo mientras el público bailaba con ese tema mío y de la banda.

—¿Cómo te ha ido con las grabaciones?

—Tenemos un único CD, hecho por la EGREM, cuyo título es Memorias de Iván Fariñas, con doce números de mi autoría. Se vende en estos momentos al precio de $11.00 CUC. Su fecha de lanzamiento fue en el año 2000. Esa misma fonografía también se ha vendido en cassettes, que se agotan enseguida, al precio de $15.00 MN. Hemos hecho, además, varios Demos o Maketas: No hay plaza vacante (1994), Poster cuarta dimensión (1996), Bloomer plástico (2000) y The stamped (2001), con 25 números en total.

—¿Cómo ha sido tu relación con los medios de difusión?

—Vine a hacer mi primera presentación televisiva, en 1995, en el programa «Giros», dirigido por Orlando Cruzata; esa filmografía de mis números «Siempre ha respetado» y «Místico» se repitió por diferentes programas de TV, incluyendo «A capella» de Guillermo Vilar. En cuanto a la radio, creo que no hay emisora en La Habana en la que no haya hecho presencia; también me han grabado en otras provincias.

En el exterior, Viento Solar ha estado en los canales 23 y 5l de La Florida y en una oportunidad cost to cost. Participamos en un material del realizador Marcelo Urquidi para Telemundo llamado Café con leche; en una película del director Andrés Varela, Ruidos Silenciosos; y en un documental reciente, Quién es el Último, de Claudio Celentano, dedicado a mi trabajo como profesional de la música rock, cuya premiere fue en Nápoles.

Viento Solar cuenta además con dos video clips; el primero, dirigido por Jeosvany Daniel, nominado al XXI festival de cine latinoamericano como obra representante del rock latino y el segundo personalizado por mí de la canción «Gato», video al que el programa «Lucas» no le dio seguimiento, pero se puede obtener y bajar por ADSL en www.portalatino.com/vientosolar

—¿Qué piensas acerca de la promoción del rock en los medios? ¿Crees que es ignorado por los mismos?

—Creo que deberíamos tener un programa de televisión inalterable, exclusivamente ocupado en la música rock, y cuando digo rock también digo hip hop, rap, jazz rock, balada rock, rock ácido, hardcore, trash, y demás subgéneros, siempre de autores cubanos. Tenemos que levantar nuestro talento generacional e intergénero y creo que la única forma de hacerlo es creando modos comparativos que den al traste con un forzamiento intelectual a la competencia internacional del talento compositivo que no tiene que ser precisamente el que conlleve nuestra propia música pues en esa verdaderamente no tenemos competencia.

Creo que tenemos que valorar más el mérito de nuestros autores de géneros internacionales que potencialmente ocupan los escenarios y darles más oportunidades; al mismo tiempo que dejar un poco más de lado el pop donde no tenemos nada que hacer por el momento; creo que ese campo está muy minado internacionalmente por grandes capitales y buenas figuras; tenemos que ir probando con muchos factores desde diferentes ángulos como lo hemos hecho, por ejemplo, en los deportes.

En cuanto a si se ignora o no, eso no lo puedo determinar, yo lo único que puedo decir es que no se le tiene en cuenta, pues a muchos directores el rock no le suena bien al oído y muchas veces creo que hay algo de subjetivismo auditivo. Ejemplo de esto es que muchos de ellos ya comprenden el rock de los ochenta, pero no el rock actual como el New Metal, el doom y otras manifestaciones.

—¿De qué vive un músico de rock en Cuba?

—Se puede vivir de muchas cosas, pero radicalmente en estos momentos casi del aire; las actividades para muchas bandas incluyendo la mía, solo se presentan, en la mejor proporción, una vez al mes; y verdaderamente hay que quemar el tenis, pues nadie te sale a buscar. Da pena decir que la música más explotada del mundo, la que más vende, en nuestro país apenas se le da importancia y mucho menos cuando es de autores nacionales.

Hay bandas que pertenecen a empresas artísticas, me parece que algunas de las mejores, aunque no a todas se les da la oportunidad de ganar dinero; sin embargo, por falta de espacio ocupacional hay algunas otras que no están enganchadas en estos medios. Hay mucho talento por ahí, muy bueno, que a muy pocos importa. Esto es muy independiente a lo anteriormente expuesto, lo que se debe a la falta de espacios.

—Qué relación se puede establecer de la situación actual del rock en el mundo con el contexto cubano?

—Cuba es un país que no se podría relacionar con ningún otro del orbe. Somos rockeros porque somos musicales. Me parece que nos debemos más a esto que a la información gráfica y editorial que hemos recibido desde el extranjero acerca de esta música, independientemente de las imitaciones, lo que por supuesto nos ha enseñado mucho. Hacemos un rock distinto a todos los demás; cuando oímos el rock de cualquier latitud, los asiduos al género sabemos distinguirlo, porque ya nuestros oídos están acostumbrados. Igual pasa cuando hay un rock mal tocado, inmediatamente lo eliminamos y lo distanciamos.

El rock por allá afuera está lleno de colores, de sonidos, de cosas distintas, malas y buenas. Creo que de ellas podemos tomar las buenas y no las que caprichosamente quieren imponernos, tanto los medios internacionales como los oídos y mentalidades ingenuos que tenemos. Todo lo que brilla no es oro.

Hay cosas y cosas, me parece que debemos buscar nuestra personalidad y sonido propios y que salga de abajo hacia arriba y no por imposición, así se comprendería mejor por todos lo que en realidad se hace, lo que verdaderamente y de ser posible tendría entonces una gran frontera histórica que recorrer en cuanto a dimensión de talento; entonces convenceríamos no solo a los coterráneos sino también a los extranjeros de que tenemos un rock verdaderamente cubano.

La Habana, 2005 – Kyle, Texas, 2025


[1] Gabo Pere, Iván Fariñas de Armas: «Realidades del Rock en Cuba».

[2] Pedro Oscar Godínez, «Realidades del rock en Cuba (a propósito de los 37 años de vida de la banda Viento Solar)». IndyRock Magazine, S/F.

[3]Entrevista a Iván Fariñas: «Un sobreviviente del rock en Cuba».

[4] Véase Radamés Giro: Diccionario Enciclopédico de la música en Cuba, tomo II, Editorial Letras Cubanas, 2007, pp 83-84.

[5] Humberto Manduley: Parche. Enciclopedia del rock en Cuba. Ediciones Abril, 2019, pp 373-374.