Roberto Álvarez Quiñones: ¿Puede el castrismo sobrevivir a la caída de Nicolás Maduro?

Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel y los restantes vividores que usurpan el poder en Cuba en estos días no pueden conciliar el sueño, sacudidos por la misma interrogante: ¿tenemos alguna posibilidad de sobrevivir cuando caiga Maduro?
Porque esta vez todo indica que al hombre del castrismo en Caracas no le queda mucho tiempo en el poder. El despliegue naval de EEUU en el Caribe es el mayor realizado en América Latina desde 1962, cuando la Crisis de los Misiles en Cuba, y el mayor a nivel mundial desde la primera Guerra del Golfo Pérsico (1990-1991), según un estudio de expertos del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
Estas fuerzas incluyen al portaviones Gerald Ford, el más grande del mundo, portador de hasta 90 aviones de combate. Al respecto, el coronel de Infantería de Marina retirado Mark Cancian, autor del mencionado análisis del CSIS, dijo a la agencia EFE: «No mandas a uno de tus más importantes activos navales para estar parado y darse una vuelta. O lo usas o lo reasignas de inmediato. Lo más probable es un ataque con misiles contra Venezuela».
Claro, todo depende de lo que decida el presidente Trump. Hasta ahora su estrategia ha sido la de ir aumentando constantemente la presión militar, política, económica y psicológica contra Maduro para que se vaya del país y no tener que intervenir militarmente en Venezuela.
Maduro está como preso y amenazado de muerte
Pero eso está chocando con un parabán. Porque la resistencia de Maduro a dejar el poder no se debe a que esté dispuesto a «morir por Venezuela», sino que obedece a dos propuestas que, como diría Vito Corleone, Maduro no ha podido rechazar.
La Habana seguramente ya le dijo que si intenta abandonar el país sin contar con Cuba es hombre muerto. Los gorilas que protegen a Maduro son cubanos. Asesinarlo sería fácil y Nicolás lo sabe.
La misma amenaza se la habrán hecho generales venezolanos y otros pejes gordos del Cartel de los Soles, sobre todo los manchados de sangre, como Cabello y Padrino. Le habrán dicho: «Nicolás, o nos vamos todos, nos amnistían a todos, o de aquí no se va nadie. Y si lo intentas eres hombre muerto».
Maduro «sabe demasiado» y los muertos no hablan. Encima, el exchofer de guagua intuye que si lograse irse de Venezuela, igualmente podría ser traicionado y entregado a la Justicia de EEUU, para cobrar los 50 millones que ofrecen por su captura. Y que difícilmente alguien va a arriesgarse a llevarlo en una avioneta a territorio colombiano, brasileño, guyanés, o a Curazao. Y aun si lograse hacerlo, podrían traicionarlo para cobrar la fabulosa recompensa.
¿Entonces qué podemos esperar que pase?
El pasado 12 de diciembre, Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca, reiteró que «Trump no está interesado en una guerra prolongada en Venezuela, pero sí en el final del tráfico de drogas». Ese tipo de declaración siembra dudas acerca de si Maduro va a ser desalojado del poder por las fuerzas estadounidense si se niega a irse.
La presión contra Maduro ha aumentado grandemente, incluyendo la incautación de un enorme barco petrolero y vuelos de aviones sobre territorio venezolano. Pero sigue chocando con el muro de las amenazas de muerte que seguramente le han hecho sus propios cúmbilas.
La situación parece haber llegado a un punto en que para llevar la presión al máximo ya solo parecen factible bombardeos quirúrgicos a instalaciones militares seleccionadas para tratar de provocar una ruptura en las Fuerzas Armadas (que nunca va a enfrentarse directamente a EEUU) y el derrocamiento interno de Maduro, con apoyo logístico y de inteligencia de EEUU.
Y si tampoco eso funciona, quedaría la disyuntiva de sacarlo del poder —vivo o muerto— por parte de EEUU o hacer regresar a casa a las fuerzas navales y dejar a Maduro en el poder, lo cual sería una humillación para la credibilidad de EEUU como gran potencia.
Se habrían perdido inútilmente los miles de millones de dólares de los contribuyentes gastados en la Operación Lanza del Sur. Y pronto se reanudaría el trasiego de drogas y seguiría en pie la amenaza a la seguridad nacional de EEUU y todo Occidente. Porque hoy Venezuela es la base de operaciones de los mayores enemigos de EEUU y de la civilización occidental: China, Rusia, Irán y Corea del Norte, con una cada vez mayor cooperación de India y Turquía (país miembro de la OTAN, pero geográfica y culturalmente más oriental que occidental).
En Venezuela, vía Hamás y Hezbolá, Irán tiene bases de terroristas que, con pasaportes venezolanos, se mueven por toda América y el resto del mundo. Es también la base del Socialismo del Siglo XXI, y en donde Cuba tiene su plataforma operativa de expansión «antimperialista» para desestabilización de gobiernos democráticos.
¿Podría sobrevivir la parte Cuba sin la Zuela de Cubazuela?
Pasemos ahora a qué puede pasar en Cuba si cae Nicolás Maduro. Desde diciembre de 2005 Carlos Lage, entonces primer ministro en funciones, dijo en Caracas —por encargo de Fidel Castro— que Cuba tenía «dos presidentes: Fidel Castro y Hugo Chávez». Surgió así el maridaje geopolítico y subversivo de Cubazuela.
Y en efecto, al menos con el actual sistema de economía centralmente planificada, Cuba sin su Zuela no podría sobrevivir mucho tiempo, salvo que pasase a ser otro Haití, o Burundi.
Hoy es mayor que nunca el inventario de desgracias que están acabando con Cuba y los cubanos, ahora con mayor dramatismo con las epidemias que están matando niños y adultos, fulminados por virus transmitidos por mosquitos que hay por doquier debido a la insalubridad, la hediondez ambiental «revolucionaria» y el colapso ya definitivo del sistema de Salud Pública.
Me limitaré a dos factores «cubazolanos» clave: el desplome colosal del ingreso de divisas y el cese del envío de combustible gratuito que envía Caraca a la Isla.
No menos de 16.000 de los 24.000 médicos cubanos que según el ministro de Salud Pública, José Portal, tenía Cuba en abril (2025) en 56 países, están radicados en Venezuela. También hay allí otros miles de «colaboradores» cubanos, incluidos militares, batallones de combate, chivatones dentro de las Fuerzas Armadas, esbirros, y expertos torturadores en la siniestra Contrainteligencia Militar (DGCIM), funcionarios públicos, y un largo etcétera.
Se estima que hay en territorio venezolano más de 30.500 «colaboradores» cubanos en total. Y según Cuban Prisoners Defenders (CPD) «el Gobierno de Cuba paga un promedio de 490 dólares mensuales a los profesionales cubanos en ‘misión’, mientras cobra un promedio de poco más de 3.500 dólares mensuales por cada uno de ellos». Pero fuentes venezolanas aseguran que la cifra no baja de 4.300 dólares por cada galeno.
O sea, que por los galenos cubanos esclavizados en Venezuela la mafia castrista se embolsa unos 816 millones de dólares cada año. Y por el resto de los «colaboradores» recibe probablemente otros 608 millones de dólares anuales. En otras palabras, Cuba «le tumba» a Zuela en efectivo, libres de polvo y paja, unos 1.424 millones de dólares.
Agreguemos el «factor petróleo». Si bien últimamente Venezuela envía a Cuba menos combustible que hace unos años, sigue obsequiándole entre el 30% y el 40% del petróleo que consume la Isla. Actualmente Cuba recibe de Venezuela entre 25.000 y 50.000 barriles diarios (bd). Calculando un precio promedio de 68-70 dólares el barril, estamos hablando de otros 1.000 millones de dólares.
En resumen, solo en 2025, la proxeneta dictadura castrista le ha «tumbado» a Maduro unos 2.424 millones de dólares, en efectivo y en especie (combustible). Esa fortuna se esfumará si se acaba el madurismo.
¿De dónde podría sacar el Gobierno de Cuba esos 2.424 millones de dólares que dejaría de enviarle su «hombre en Caracas»? Y conste que tan solo me he referido a dos consecuencias del posible destete castrista de la nodriza chavista-madurista. Hay muchísimas más.
Ahora Raúl «el Cruel» y toda la mafia dictatorial empieza a anunciar una nueva versión de la Opción Cero (petróleo), la payasada que armó Fidel Castro en 1991 cuando desapareció la URSS, y que no era otra cosa que imitar la «cambodización» (con Pol Pot, sin combustible y haciendo sopas colectivas en las calles).
Nota final: todas las anteriores son conjeturas, nadie sabe lo que finalmente hará Trump.
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Publicación fuente ‘Diario de Cuba’
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