Desiderio Borroto Fernández: Entrevista a Samuel Feijóo / ‘Atleta del camino’

Acababa de pasar una tormenta de cierta severidad, la que en su torbellino derribó la majagua sembrada en uno de los parterres del Parque Martí de la ciudad de Cienfuegos y que había sido plantado por el Club de Leones sobre tierra de todos los lugares de Cuba donde esa asociación tenía clubes. Hasta el lugar del pequeño-gran desastre nos acercamos Florentino Morales, historiador de la Ciudad, el pintor Marcet y yo, nos lamentábamos de lo ocurrido y de lo insalvable de la situación de la majagua. En ese momento llegó hasta nosotros un hombre, saludó efusivamente a Florentino y a Marcet, éste último me miró, miró al recién llegado, entonces me dijo: «Te presento a Samuel Feijóo».
Feijóo se unió a nosotros y contó cómo se había sembrado aquella majagua histórica y de las tierras de Cuba traídas para que simbólicamente alimentaran sus raíces, comenté que allí debía de haber tierra de mi pueblo donde funcionó un Club de Leones, Feijóo se interesó por saber cuál era mi pueblo, le dije: «Guáimaro», me miró, quedó un instante pensativo y dijo:
Samuel Feijóo Rodríguez (SFR): Sabes, me vas a tener que contar algo de tu pueblo, nunca he estado a fondo por allá.
Desiderio Borroto Fernández (DBF): Cuando usted quiera.
Samuel Feijóo se despidió y echó a andar como si estuviera apurado y mientras se iba alejando se volvió y me preguntó:
SFR: ¿Dónde tú trabajas?
DBF: En los altos del Cine Luisa
SFR: ¿Allá donde Generoso?[1]
DBF: Sí, allí mismo.
Florentino, Marcet y yo estuvimos un rato más contemplando la majagua derribada hasta que decidimos irnos cada uno por nuestro lado, antes recogí más o menos unas cien hojas de aquel árbol simbólico para lo que se me pudiera ocurrir. Aquella tarde había conocido a Samuel Feijóo el hombre y al artista que era ya una leyenda.
El suceso se lo conté esa misma noche a dos amigos cienfuegueros, el primero Miguel Cañellas Sueira [2] y el otro un recién graduado de la ENA de instructor de teatro que aspiraba a ser actor, director, fotógrafo pero su aire era de poeta: Camilo Venegas [3], el que para colmo vivía en el Paradero de Camarones. Cañellas un cienfueguero rellollo ya conocía a Feijóo, me comentó a manera de sentencia: «espéralo que se te aparece al Luisa». Cañellas no se equivocó, a los pocos días, lo tenía sentado frente a mí en las oficinas de los altos del Cine-teatro Luisa. Me pidió: «Cuéntame de Guáimaro, pero que no se te olviden las andanzas por allá del Hijo del Damují [4]«. Estuve de acuerdo, pero sellé en ese momento otro acuerdo, yo le contaba sobre Guáimaro y él, sobre sí mismo. Conversamos muchas veces y el resultado de esas charlas con Samuel Feijóo, «El atleta del camino», están más o menos atrapadas en las líneas siguientes:
DBF: El arte denominado naif, intuitivo o primitivista, no es nuevo, ni está limitado a una geografía, en Cuba las referencias desde Cirilo Villaverde hasta hoy son múltiples y de sabores diferentes, pero usted cohesionó un movimiento que es conocido como Grupo de las Villas. ¿Cuál es la génesis de ese movimiento?
SFR: Yo tengo endilgados una cantidad de títulos que nunca he obtenido académicamente y que a veces parecen honoríficos pero, ¿quién sabe?, y ahora me llamas cohesionador de un movimiento de artistas naif, prefiero llamarlos primitivistas, porque es más campera, aunque no todos los pintores y dibujantes del Grupo de Las Villas son camperos.
Todo eso es una idea que se me montó a la zanca. ¿Tú sabes que me da fiebre estar mucho tiempo en el mismo sitio? ¿No lo sabías?, pues sí y por eso empecé a subir y bajar lomas, coger guardarrayas entre Cienfuegos y Cumanayagua, luego Trinidad y los caminos entre Santa Clara y Santo Domingo hasta llegar a Sagua y Caibarién, iba cargado de cartulinas, hojas, lápices y pinturas, las dejaba aquí en la casa de éste o aquella, el encargo era pintar o escribir, que luego pasaría a recoger el resultado en mi próxima visita, según algunos, ese trabajo es de un folclorista, no de un cohesionador de movimientos, pero igual es el mismo deshecho metabólico con algún resultado.
Así encontré gente que ya pintaba como Benjamín Duarte o principiantes como Juan Bada, Horacio Leyva, Anido o Isabel Castellanos, luego recogí sus dibujos y pinturas, aproveché la Revista Islas de la Universidad de Las Villas para publicarlos sistemáticamente y eso los dio a conocer; entonces empezaron las clasificaciones de Grupo de Las Villas [5] y a señalarme a mí como el líder, pero te debo decir, en honor a la verdad, que el mérito no es mío solo, hay que mencionar a José Seoane Gallo y a Emilia Arufe, que cuidaron y anidaron muy bien a los pintores más cercanos a Santa Clara, y yo a los camperos de Cienfuegos.
Estos artistas populares, primitivistas, logran soluciones asombrosas en lo formal y le encuentran sentido a lo aparentemente sin sentido, les cabe la trabajada yunta de palabras artistas creadores o quizás se podría decir otro pleonasmo, ¿qué tú crees?
DBF: Algunos rasgos distintivos de esos artistas…
SFR: Cuba, siempre la gente dice que está sembrada de bailadores, decimistas y músicos, que se da una patada en el suelo y allá te va: salen hechos y derechos bailadores y músicos, también la Isla es tierra de pintores y dibujantes. Estos pintores y pintoras han llegado al dibujo o la pintura desde los más extraños oficios, casi siempre, sin yuxtaposición alguna, así Panchita Alemán es costurera, Horacio Leyva, campesino, cultiva la tierra igual que Isabel Castellanos que fue campesina, Armando Blanco, oficinista dedicado a la burocracia; también hay zapateros como Ángel Hernández o Juan Bada, que luego trabajó en la Escuela de Artes Plásticas del Chalet de Valle [6].
Estos pintores y dibujantes de Las Villas no eran pitiyanquis, ni ñangueteados y mucho menos chupatetalantanos, eran artistas auténticos, completos y varios.

DBF: ¿Grupo de Las Villas o Signos?
SFR: Los dos en uno, porque son de Las Villas y son Signos por la revista que yo empecé a dirigir en los setentas; hubo ciertas circunstancias en la Universidad, que no te voy a contar y que no le interesan ni a Timbireta. Los pintores y dibujantes de Las Villas o el grupo Signos yo lo enmarco temporalmente y en protagonistas desde Benjamín Duarte a Pedro Osés, «El Pintor de Guaracabuya», aunque por aquí anda un tal Montebravo que muy bien pudiera ser el último epígono en integrar la lista o incluirlo en la libreta de la cuota de los Pintores de Las Villas.
DBF: Mateo de la Torriente es un artista un poco preterido en el reconocimiento de su obra, especialmente escultórica, usted escribió una monografía sobre éste artista cienfueguero.
SFR: Sí, un gran artista cubano, ¡pero cienfueguero!. Cuba es un caimán, la boca está por allá por Santiago, el estómago es Cienfuegos y el orificio de salida es La Habana, por allá sale todo el mundo al aire, a la luz, por eso te dije que es cienfueguero, está todavía en la digestión, eso se llama fatalismo geográfico-digestivo. Si vas a la Habana y miras al balcón del suntuoso Palacio de Bellas Artes y allí, que parece trotar hacia el viento, está una pieza escultórica de funciones arquitectónicas de él pero tiene otras obras definitivamente geniales, por ejemplo, el Brindis de Salas donde atrapa no solo el movimiento sino también la actitud, frente a ella, el violín de Brindis de Salas suelta aún sus arpegios y el artista parece estar en su propia corte. El Martí hirsuto de Mateo de la Torriente creo que es la mejor interpretación de El Apóstol lograda en un busto, no es el repetido apacible de los colegios, el busto de Martí de Mateo es un Martí telúrico, espinoso, que avanza de frente al aire de la manigua, ahora lo vi en la galería nueva de San Carlos [7].
El Terry casi va a cumplir cien años y la última restauración al lienzo del techo que le devolvió su esplendor la hicieron Mateo de la Torriente y Juan Roldán. ¡Qué destino! Los dos se suicidaron. Ese lienzo inmenso es de José Celaya, que la gente cree que era español, pero no, era filipino, ahora creo que el único que puede subirse allá arriba a hacer algo digno, es éste muchacho Iraola, porque Leopoldo ya murió también.
Mateo de la Torriente creó la Academia de Artes Plásticas de Cienfuegos en el Chalet de Valle, yo participé en ese proyecto que se llamó Academia Rolando Escardó, allí trabajó uno de mis pintores de Las Villas, uno de los más ingeniosos: Juan Bada, fallecido ya ¡Coño!, a todos se los está llevando la pelona.
DBF: «Tornasolada garza presentida», ese verso endecasílabo siempre me ha resultado un misterio eufórico, el verso saltó al círculo del mito poético y usted fue su motor a propulsión.
SFR: Ese verso es como las guayabas cotorreras amarillas pero la pulpa es roja, deliciosa, la verdad es que un día tocan a mi puerta, era un muchachón, y me pregunta: «¿Usted es Feijóo?» Le contesto que sí, él me saluda y dice rampante «Yo soy poeta y he escrito este verso para iniciar un soneto: Tornasolada garza presentida», y con la misma, dio mediavuelta y se fue, como si se hubiera puesto el Sombrero de Zequeira. Seguí en mis andanzas, pasaron creo que meses y de nuevo tocan a mi puerta, era el mismo muchachón, me miró y me dijo «Se lo repito yo soy poeta y tengo el primer verso de un soneto: Tornasolada garza presentida», agarró sin decir nada más y se perdió, en ese momento pensé éste es como un carapatey [8], grabé bien en mi cabeza el verso y pasó el tiempo, me preocupó el no regreso de aquel poeta de un solo verso y comencé a indagar por él, la noticia fue: murió. Me dije este soneto no puede quedarse inconcluso, inventé un concurso para terminar el soneto, faltaban trece versos, para muchos un número fatídico, en este caso para la historia del soneto en Cuba fue una bendición.
DBF: ¿Qué ocurrió después?
SFR: Empezaron a llegar sonetos y sonetos, mi casa parecía una papelera. Se dieron tres premios y se escogieron cien sonetos para editar un libro, aquello fue lo nunca visto del soneto y, claro, algo así levanta leyendas, nebulosas y fantasías, el hombre era poeta [9].
DBF: Mientras me contabas, traté de hacer mi soneto pero esta historia fabulosa me dictó un epigrama: Tornasolada garza presentida: luego una inmensidad de sonetos.
SFR: Está bien eso de la inmensidad de sonetos, pero… ¿qué me ibas a preguntar ahora?
DBF: Sus libros, sus lecturas más apreciadas, alguna preferencia o, quién sabe, una orientación.
SFR: Yo soy un campero andariego que apenas estuve en el bachillerato en La Habana porque en ese momento se armó el jaleo contra Machado, cerraron el instituto, y yo para el camino como el mejor de los caminantes. Alguien me dijo que yo era el atleta del camino y, puede ser, pero por esos caminos leí una inmensidad de letra impresa y no impresa, aprecio mucho a los libros, ahora te cuento.
Por ahí anda un «escritor de teatro» que quería escribir una obra sobre los campesinos cubanos y me fue a ver para que yo le contara o le prestara unos libros, le dije «sí, sí, mijo, ve el domingo a mi oficina», el presunto dramaturgo se sorprendió porque sabía que yo no tenía oficina, le dije no te asombres, ve el domingo al Parque Martí y allá te llevo unos libros, él se marchó, el domingo estaba yo en mi sesión de conversaciones con mis viejos amigos, casi todos mayores que yo, en el Parque, y en eso llega el joven ¡shhh!, ¡shhh!, lo atiendo y me pregunta «¿me trajo los libros?», miré a todos los viejos que me acompañaban y le dije: «estos que están aquí son mis libros, mis mejores libros». El muchacho enrojeció y no lo he visto nunca más. Hay que acercarse a la realidad y sentirla para después devolverlas digeriblemente y no como deshecho metabólico.
DBF: En la poesía medieval, especialmente la conocida como poesía de escarnio, se usó la palabra feixó para el escarnio poético a los calvos, ¿ese es el origen de su apellido?
SFR: Yo tengo un poco más que un leve repunte a la calvicie, pero mi Feijóo, donde ya la X fue sustituida por J, no es medieval, pero sí puedo decir que de Feijóos está poblada la Península y las Américas que tienen sus orígenes en profundas raíces nobles como los Feijóo de Montenegro con escudo y todo, además ¿dónde me dejan el linaje que me emparenta con San Rosendo?, pero yo soy Feijóo Rodríguez, hijo de Florentino y de Amelia, y nací en La Jorobada [10] para jorobar mientras viva.
DBF: ¿Y sus matrimonios?
SFR: Es difícil para un campero-caminante casarse, hacer familias, echar raíces, pero hay atracciones innatas y así sintiendo esas atracciones me casé con Helen Ortega de los Villamil y luego con Isabel Castellanos, ella me dio a Adamelia, mi hija.
Por esos días Samuel Feijóo había empezado a padecer síntomas de escape senil y algunas cosas las intercambiaba a veces de manera genial, cuando me mencionó a Isabel Castellanos, le insistí.
DBF: ¿La pintora?
SFR: Ella nunca existió. Yo la creé, pero no te preocupes que no regresará… yo la espero, mira, mira, eso que va por ahí es un tibor con ruedas, lleno de mojones con patas [11].
Y diciendo ese aparente disparate para definir a una guagua de la Ruta 5 de Cienfuegos se marchó para pasar largos días sin aparecer y luego aparecer como si nada hubiera ocurrido:
SFR: ¿Dónde nos quedamos?
DBF: Quiero conversar sobre su poesía, las zonas temáticas, sus inspiraciones, los libros. A usted casi todo el mundo lo considera un poeta de la floresta, de la espesura ¿Qué hay de cierto en eso?
SFR: (se ríe a carcajadas) Hasta donde yo sé, la floresta es inatrapable y en todo caso soy un poeta de la manigua, yo no tengo predilección por ningún tema, escribo mientras ando y ando mientras escribo, eso es retruécano perfecto, a veces a los poetas y a los presuntos poetas les hace falta andar más y no como yo de monte en monte y de loma en loma, no, es andar con la vida, en la entonación de esa metáfora inagotable porque es inagotable si no ya no existiera la poesía y mucho menos los poetas.
Yo me siento feliz que un escritor e intelectual como Cintio [12] me halague especialmente por mi segunda parte de Faz, él acierta en el asunto de los pobres entrando en la lírica cubana, bien no lo pensé pero salió porque estaba andando por la vida, he escrito cosas a vuelo de tomeguín y otras a vuelo de tiñosa, pero esos lugares se los dejo al tiempo, no a los críticos… porque con ellos tengo un despacho después…
DBF: ¿Y las Décimas a Seboruco qué?
SFR: Esas no las escribí yo, las compuso un tal Máximo Arcibiello [13], que era un poeta de parranda.
Después de anunciarme al presunto autor de Las Décimas a Seboruco se marchó rápidamente como si hubiera olvidado algo importante y solo se presentó después de semanas quizás y lo hizo con una queja contra el pintor Marcet, parecía indignado:
SFR: Tú no eres responsable de los pintores, eso que está haciendo Marcet es inaceptable, firma los cuadros en el extremo superior derecho de los lienzos, eso es inadmisible, los cuadros se firman donde se firman, eso no hay que enseñárselo a nadie.
DBF: ¿Conversamos ahora o después?
SFR: Sí, ahora, pero vamos bajando que voy a medir el Prado éste para demostrar que es más largo que el de La Habana, acompáñame.
Bajamos las escaleras interiores del Cine-Teatro Luisa, en el lobby le pregunté:
DBF: A usted se le considera un folclorista, novelista, teatrista, pintor, dibujante, poeta, caminante, ensayista, si tuviera que autodefinirse, ¿en qué peldaño se colocaría?
SFR: Yo soy poeta y la poesía es éste aire que respiro y hacia donde voy, deja, no me acompañes, que tú no vas a poder entrar en ese aire.
Salió con andar seguro. Abrió la puerta de cristal del Cine Luisa, subió al Prado y con pasos largos se alejó como midiendo la longitud del Prado cienfueguero. No volvimos a vernos más, era aún el verano de 1986.
Notas
[1] Generoso González, teatrista cienfueguero. Por esa época, especialista de teatro del Departamento de Arte del Sectorial Provincial de Cultura en Cienfuegos
[2] Miguel Cañellas Sueira, poeta y narrador cienfueguero. Director del coliseo Terry.
[3] Camilo Venegas, instructor de teatro y poeta; entre sus libros de poesía están: La venta de miel, Las canciones se olvidan y Los trenes no vuelven.
[4] Antonio Hurtado, El Hijo del Damují, estuvo en Guáimaro en los días de la Asamblea Constituyente y compuso una de las Tres Décimas tituladas «A un arroyuelo en Guáimaro».
[5] Todos esos pintores y dibujantes fueron incluidos en el libro Pintores y dibujantes populares de Las Villas publicado en el año 1962 en las ediciones de la Universidad Central de Las Villas. El texto y las ilustraciones fueron preparado por Samuel Feijóo.
[6] Esta escuela de artes plásticas pasó luego a llamarse «Rolando Escardó» en honor al poeta camagüeyano fallecido en pleno ascenso poético.
[7] Se refería a la galería de Arte Universal creada a partir de la donación de Alejo Carpentier del Premio Cervantes para crear una galería con reproducciones de arte universal en cada provincia del país- La de Cienfuegos estaba en la calle San Carlos frente al Parque Martí.
[8] El carapatey es un ave que cuando se siente amenazada se lanza en picada para atemorizar a los intrusos.
[9] Se refiere Feijóo a Luis Bouclet, autor del verso que provocó ese movimiento.
[10] La Jorobada es un barrio de San Juan de los Yera donde nació Samuel Feijóo, aunque nunca estuvo mucho tiempo en aquel sitio.
[11] Se refería en ese momento a un ómnibus de pasaje local que pasaba frente a nosotros por el Prado de Cienfuegos y que seguía la ruta hasta Caonao.
[12] Cintio Vitier, poeta, ensayista y novelista cubano estrechamente vinculado al Grupo Orígenes, del cual es uno de sus pilares, y que hizo esa mención en su texto «Ciclo poético de Samuel Feijóo».
[13] Máximo Arcibiello es uno de los personajes que van en la patana a la deriva de la novela de Samuel Feijóo La jira descomunal, le atañe a ese personaje presentado como poeta de parrandas «Las Décimas a Seboruco».
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[*] Esta entrevista pertenece al libro La casa es una piel, de Desiderio Borroto Fernández, Editorial Ácana, Cuba, 2022. Se publica con permiso del autor.
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