Nunca lo aceptaron en la academia de San Alejandro. Tal vez por eso, la obra plástica de Yulier P. no se enmarca en los estrechos moldes de lo aprendido en el aula. Llegó desde Florida, Camagüey, para radicarse en La Habana en casa de una tía con la obsesión de ser pintor. En el camino, comprendió que no le hacía falta una galería, sino salir a la calle y tomar ese espacio para dejar su obra. Para seguir leyendo…
Responder