Lo cierto es que el Irán islámico parece hoy un país donde la política ofrece, pese a todo, cierto cauce para la acción. Mientras la Cuba laica y occidental sobrevive como un lugar donde aquélla resulta, para gobernantes y gobernados, una mala palabra. No sólo estamos a años luz de los envidiados noruegos; parece que tampoco aspiramos a ser, políticamente hablando, como los persas. Para seguir leyendo…
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