Ernesto Menéndez Conde: Abstracción, crítica de arte de los 50 y política editorial de la Revolución Cubana

Artes visuales | Memoria | 6 de julio de 2017
©Sandú Darié, ‘Sin título’

En 1953, el pintor Mario Carreño afirmó «mucho se ha hablado y escrito sobre la abstracción en nuestro país» (2001, 21). La frase podía leerse en un número de la revista Noticias de Arte, que circuló mensualmente entre 1952 y 1953. Y en efecto, las discusiones sobre la abstracción ocuparon un espacio notable en las publicaciones periódicas del momento. Además de las lujosas tiradas de Noticias de Arte y, posteriormente, la Revista del Instituto Nacional de Cultura -en la que el propio Carreño tuvo a cargo la sección de artes visuales- habría que agregar las palabras para los catálogos de las exposiciones y varias docenas de revistas, boletines y diarios. Los textos que aparecieron en las páginas de El Mundo, Carteles, Nuestro Tiempo, Bohemia, Gente, el Diario de la Marina, Información y muchas otras publicaciones1 conforman un verdadero mosaico, todavía por recomponer y donde, probablemente, existan piezas definitivamente perdidas.

Habría que esperar hasta una fecha relativamente reciente -el año 2001- para que cuatro de aquellos escritos fuesen reeditados por las investigadora Luz Merino-Acosta en un dossier para la revista Arte Cubano. Antes de esa fecha, sólo podían encontrarse fragmentarias y escasas evocaciones en las páginas de la crítica especializada. Los textos de críticos de arte como Joaquín Texidor, Rafael Marquina y Luis Dulzaides Noda o de artistas como Mario Carreño, Raúl Martínez, Hugo Consuegra y Sandú Darié, eran virtualmente desconocidos dentro de Cuba. Una situación que empieza a despejarse en la actualidad. Investigadores como Pedro de Oraa2, José Veigasy Elsa Vega Dopico4 han publicado esmerados estudios sobre las artes visuales cubanas en la década de los cincuenta. A ello hay que sumar la aparición de un libro fundamental: Elapso Tempore (2002), la autobiografía del pintor Hugo Consuegra, donde el autor transcribió gran parte de los textos que había compilado en su archivo personal. La pluralidad que tuvo la crítica de arte cubana de los cincuenta ha comenzado a desenterrarse cinco décadas más tarde. En contraste con ese medio siglo de silencio, los reproches de los intelectuales del Partido Socialista Popular5 contra el arte abstracto fueron divulgados con relativa regularidad. En 1977, César López, en sus palabras introductorias a una antología de la crítica de arte de Juan Marinello, habló del “tantas veces reeditado Conversación con nuestros pintores abstractos” (Marinello, 1977, III). Los artículos de Portuondo fueron también publicados en más de una ocasión6, del mismo modo que vieron nuevamente la luz los escritos de Carlos Rafael Rodríguez, en el tercer volumen de su Letra con Filo (1980).

Si se examina la bibliografía en torno al movimiento abstracto de los cincuenta en las re-ediciones que se hicieron después del triunfo de la Revolución hasta el 2001, no puede dejar de llamar la atención el lugar exclusivo y excluyente que tuvieron las críticas que hicieron los representantes del Partido Socialista Popular. Durante la Revolución, los ensayos firmados por los intelectuales comunistas usurparon el animado espacio de la crítica de arte de su tiempo. Este pequeño leitmotiv de la política editorial es un ejemplo más del esfuerzo por re-escribir y silenciar no pocos momentos del periodo republicano, una práctica sistemática, todavía activa hacia finales de los ochenta y comienzos de los noventa7.

Este soliloquio era una distorsión que tendía a crear el efecto de que los miembros del Partido Socialista Popular desempeñaron un rol protagónico en las críticas que circularon durante aquellos años. Sin embargo, una revisión de las publicaciones periódicas no permite confirmar este supuesto protagonismo. Nada parece indicar que la voz, por lo demás muy cohesionada, del Partido Socialista Popular, haya ocupado un lugar central en los debates estéticos. Por el contrario, podría afirmarse que eran criterios que permanecían en la sombra, entre desestimados, marginados y prohibidos8.

Los textos de Portuondo, Marinello, y Rafael Rodríguez aparecieron en fechas posteriores al «mucho se ha hablado y escrito sobre la abstracción» al que se refería Carreño. Las críticas de los intelectuales del Partido Socialista Popular se iniciaron a raíz de la exposición Homenaje a Martí (enero-febrero, 1954), con el ensayo de José Antonio Portuondo Doble insurgencia de la plástica cubana. La revista de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, que mantenía profundos y ocultos nexos con el Partido Socialista Popular, apenas habla del arte abstracto entre 1956 y 1959, aun cuando parece atacar a los abstraccionistas, sin mencionarlos directamente o explícitamente9. Durante esas fechas sólo se publicó en Nuestro Tiempo una viñeta firmada por Carreño y una breve nota con motivo de una exposición de Zilia Sánchez en la Galería Cubana (Año III, No.12, Agosto, 1956, s/p). La revista vino a abrir una polémica contra la abstracción precisamente en 1959, coincidiendo con el triunfo revolucionario, en un número dedicado a hacer un recuento de los estragos de la tiranía batistiana sobre la producción cultural. Rafael Rodríguez redactó sus textos para Mensajes, que era una publicación ilegal, y la primera edición de Conversación con nuestros pintores abstractos circuló de manera clandestina. El libro de Marinello se imprimió en Santiago de Cuba, en 1958, en un momento en que imperaba el descontrol social y parecía inminente que Batista tendría que ceder el poder. El escenario artístico de Santiago de Cuba tendía al conservadurismo en cuanto a la recepción de las vanguardias. Allí se había arraigado una Academia que en su momento pudo rivalizar con la escuela de Bellas Artes de San Alejandro de la Habana y que aportó importantes nombres, como Collazo y Tejada, a la historia del academicismo en Cuba (Rigol, 251-263). Es decir, Conversación con nuestros pintores abstractos apareció en ambiente refractario a la avanzada artística, si bien el pintor Sierra Badue, procuraba promover el arte nuevo y hasta gestionó una muestra de pintores abstractos, que tuvo lugar en 1956. 

La incidencia del Partido Socialista Popular en el campo artístico debió ser mucho más modesta de lo que harían pensar las re-ediciones posteriores al triunfo de la Revolución.

Notas

1 Además de las siete publicaciones anteriormente citadas cabe enumerar a las siguientes: 8) Arquitectura, 9) El Boletín Colegio de Profesores de Dibujo y Pintura y Dibujo y Modelado, 10) Buril. Boletín de la Asociación de Grabadores de Cuba,11) Ciclón,12) Don, 13) Estudios. Mensuario de Cultura, 14)Germinal, 15) Hoy (Noticias de Hoy), 16) Instituto Nacional de Música, Revista y Programa, 17) Inventario, 18) Latinoamérica Libre, 19) Mañana, 20) Mensajes, 21) Mensuario de Arte, Literatura, Historia y Crítica, 22) Prensa Libre, 23) Rescate, 24) Revista Cubana, 25) Revista Lyceum, 26) Tiempo, 27) El País, 28) Excelsior, 29) El Crisol, 30) Avance, 31) Alerta, 32) Pueblo, 33) La Mañana, 34) Tarde y 35) Ataja, 36) Revista de Filosofía Cubana. 37) Semanario de actualidad. 38) El Avance Criollo. 39) Espacio. Publicaciones periódicas en las que aparecieron escritos sobre arte y estética durante los años en los que la abstracción fue una tendencia artística muy vital dentro de Cuba.

2 Oraá, Pedro. Visible e Invisible. La Habana: Letras Cubanas, 2006.

3 Veigas Zamora, José, Cristina Vives, Adolfo V. Nodal, Valia Garzón, Dannys Montes de Oca. Memorias Cuban Art of the 20th Century. California: International Art Foundation, 2001.

4 Catálogos para exposiciones del Museo de Bellas Artes: 1,2,3…11. La Habana: Museo Nacional de Bellas Artes, 2003., La razón de la poesía. La Habana: Museo Nacional de Bellas Artes, 2004. y Loló Soldevilla. La Habana: Museo Nacional de Bellas Artes, 2006.

5 Nombre que asumirá el Partido Comunista Cubano desde 1944 hasta 1961. El Partido Comunista de Cuba había sido fundado en 1925 (Estefanía, Carlos Manuel, La reconcentración stalinista)

6 Estética y Revolución. Santiago de Cuba: Editorial Oriente, 1963; Itinerario estético de la Revolución Cubana. La Habana: Letras Cubanas, 1979, Ensayos sobre Arte y Literatura. La Habana: Letras Cubanas,1982.

7 Rafael Cuesta de Arriba admite que la crítica de arte es “una de las carencias temáticas de la producción editorial cubana”(Pérez Cisneros, v). No le falta razón. La voluminosa obra de Guy Pérez de Cisneros, quien fuera el más destacado crítico de arte cubano entre fines de los años treintas hasta comienzos de los cincuenta, no vino a compilarse y antologarse sino hasta el año 2000, aun cuando era un proyecto que Abel Prieto tuvo en mente desde los setenta (Pérez Cisneros, 2000, vii). Las lagunas editoriales sobre la crítica de arte realizada en Cuba entre 1902 y 1958 eran todavía considerables en el año 1995, cuando se reimprimió Puntos en el Espacio, de Marcelo Pogolotti. Sin embargo, a partir del año 2000, se ha iniciado una labor de rescate de la crítica durante la República y han visto la luz libros fundamentales como Las estrategias de un crítico (2000), La sociedad cultural Nuestro Tiempo (2003), Memoria. Cuban Art of the XX Century (2002) y Escultura en Cuba. Siglo XX, estos dos últimos con exhaustivas referencias bibliográficas.

8 El 27 de noviembre de 1953, Batista firmó el decreto No. 1170, mediante el cual el Partido Socialista Popular pasaba a la ilegalidad (Estefanía, Carlos Manuel, La reconcentración stalinista).

9 En un texto anónimo, hoy atribuido a Mirta Aguirre (Hernández Otero, 2001, 257).