Me gustan los laberintos, ese topos griego (…). Y acepto que pueda renacer noblemente entre los soles sistemáticos de esa Playa Albina. Pero el laberinto, al fin y al cabo, tiene una estructura fija. Y creo que a las facturas casi inasibles de García Vega les va más la comparación con las estructuras disipativas, esas con las que dejamos de pertenecer a un universo einsteiniano para pasar al complementado y en parte contradicho por Ilya Prigogine; pero como ellas pueden entrar unas dentro de otras, volvemos a la irremplazable idea de la cajita, el orden que organiza el caos en el que tan bien sabe moverse García Vega. Para seguir leyendo…
Responder