Realizada entre los años 1992 y 1994, con la técnica tradicional de impresión plata sobre gelatina, esta secuencia de grandes imágenes (los formatos originales de las 15 piezas exceden el metro cuadrado), hace de la noción del límite, advocado en el mar y el malecón capitalino, motivo y sujeto de las obras. El mar se presenta como ente vivo, como centro de un discurso que más que establecer coordenadas de cuestionamiento, borra el estatismo de la mirada totalitaria. Para seguir leyendo…
Responder