Un silencio reflexivo se apoderó de los presentes cuando uno de los actores, esgrimiendo una foto de Dulce María para tapar su rostro, se paró ante un paredón para ser fusilado a huevazos. Entre otras interpretaciones, una actriz declamaba la obra de la poeta mientras lavaba y planchaba la enseña nacional, manchada aparentemente por la corrupción y los abusos de poder. Otro actor emergió de una sepultura empuñando un sable para incorporar con acciones físicas y parlamentos la personalidad del general Loynaz, y, luego hizo mutis con una máscara satánica. Para seguir leyendo…
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