Su adoración por Fidel Castro lo llevó varias veces a hacer el ridículo. Como cuando con varios tragos de más, después de una cena en el Palacio de la Revolución, le espetó al Comandante que era un error negar su condición de dictador, sólo que lo era a la manera de los dictadores de la República Romana, como Cincinato o Fabio Máximo. O cuando en una recepción, también borracho, desquiciado ante la presencia del Máximo Líder, se arrodilló, y le pidió abrazarlo y besarlo. El propio Chavarría confesaba que Fidel Castro lo enardecía, “con efectos insólitos, como el de trastornarme e inducirme a decir sandeces”. Para seguir leyendo…
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