Se cuenta que Eugenio Surín, uno de los líderes del Partido Independiente de Color, en una ocasión “se interrumpió en medio de uno de sus discursos incendiarios, para decir que no podía continuar en el uso de la palabra, porque el cuello de la camisa, por ser blanco, le asfixiaba”. La anécdota la cuentan sus enemigos, los periodistas Rafael Conte y José M. Capmany, en su libro Guerra de razas (Negros contra Blancos en Cuba). Para seguir leyendo…
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