Aún hoy resulta lamentable que la figura de Baruj Salinas no haya conseguido el reconocimiento merecido. Este descuido y “minoridad”, en la acepción que le otorga el filósofo Gilles Deleuze a lo menor, responde al hecho de que Baruj Salinas, como buena parte de otros artistas cubanos de su generación, emigró siendo muy joven a los Estados Unidos y su obra, como la de Marcel Duchamp o Roberto Matta, está construida a partir de sus desplazamientos y desde ámbitos híbridos. Para seguir leyendo…
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