El proyecto del cine cubano socialista siempre deseó que el filme formara parte de la esfera pública. Así que las películas en Cuba, incluso hoy, no están jamás divorciadas de los temas de la agenda social. Pero tenemos, por otro lado, abundancia de burócratas y de nada sutiles talibanes a su servicio que insisten en decir qué es lo correcto, lo aceptable, lo moral, en las películas. Ofician como policía del pensamiento que prefiere descalificar que argumentar. Se quejan de que el cine cubano está saturado de jineteras y solares, como si nuestras películas se hicieran en Islandia. Para seguir leyendo…
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