Hay que deslindar qué es una obra política. Están las obras que hablan de lo político; ponen una foto del presidente tal y listo, pero no se meten realmente en lo político. Otro tipo de arte consiste en mostrar lo dado, sin problematizar; eso tampoco es arte político. Para mí arte es el que crea consecuencias y una de ellas, desde luego, pueden ser las represalias. Pero a mí me interesa que el valor de mis obras no sean las sanciones que caen sobre ellas. Durante años he seguido con este dilema en mi cabeza: querer que la obra funcione. Por eso me mato pensando la forma de la obra, cómo va a reaccionar la gente a esa pieza. El arte en Cuba es un arma. Hay un lema oficial cubano, el arte es un arma de la revolución. Aquí no queda otra que ser artista político, porque aunque quieras pintar abstracción, ya eso te posiciona políticamente. Para seguir leyendo…
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