Daniel Díaz Mantilla: Contra el odio

Una de las trampas de la propaganda oficial es hacernos creer que quienes disienten no son pueblo; de ese modo, no solo se les niega a ellos su derecho, sino que se fractura al pueblo mismo en su unidad. Se divide y se condiciona a ese pueblo para aceptar el empleo de métodos criminales (…). Se le hace pensar a una parte del pueblo, mayoritaria quizás, que la otra parte, acaso en minoría, es monstruosa, que merece exclusión, degradación y exterminio. Y, de esa forma, inadvertidamente, se convierte a todo el pueblo en un monstruo atizado por el odio, el miedo y la crispación que se le infunde. Para seguir leyendo…
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