Darío Alejandro Alemán: Una sola moneda para América Latina: ¿realidad o ficción?
Mientras Chávez hablaba del petro por un lado, por otro impulsaba el «sucre», denominado así según las siglas de Sistema Unitario de Compensación Regional y en honor al prócer venezolano de las guerras independentistas Antonio José de Sucre. Técnicamente, no se trataba de una moneda, sino de un sistema de pago para las importaciones y exportaciones entre los países integrados en dicho sistema (Venezuela, Bolivia y Ecuador). El sucre, llamado a convertirse en moneda en algún momento, equivalía nominalmente a cierta cantidad de dólares, y de tal manera evitaba operaciones en la divisa estadounidense. Al igual que el petro, resultó un fracaso cargado de «irregularidades».
Uno de los mayores entusiastas del sucre fue el entonces presidente ecuatoriano, Rafael Correa. En 2021 —durante el gobierno de su némesis, Guillermo Lasso—, la Fiscalía General de esa nación publicó un informe sobre cómo ese sistema fue utilizado para lavar dinero de la corrupción en Venezuela mediante exportaciones ficticias. Según dicho documento, esto ocurría a través de un intermediario, el empresario Alex Saab, que resultó ser el principal testaferro de Nicolás Maduro. Saab, quien llegó a ser objetivo de la Interpol, fue capturado en Cabo Verde y llevado a Estados Unidos, donde permanece encarcelado. El hecho, por supuesto, afectó la reputación de Correa y se sumó a la serie de causas levantadas en su contra que lo obligaron a pedir asilo político a Bruselas.
En 2019, Paulo Guedes, entonces ministro de Economía de Brasil, propuso la creación del «peso real», una moneda común latinoamericana que sería utilizada, en principio, en las transacciones entre dos gigantes económicos del continente: Brasil y Argentina. La iniciativa de Guedes, que encontró ecos en su homólogo argentino, Nicolás Dujovne, estaba a punto de encaminarse y estrechar aún más los lazos económicos entre dos gobiernos de derecha, el de Jair Bolsonaro y el de Mauricio Macri. Sin embargo, nunca vio la luz debido al triunfo electoral de Alberto Fernández, quien, por supuesto, no mantenía tan buenas relaciones con Bolsonaro.
El «sur», una moneda común
Los aires ideológicos también cambiaron en Brasil cuando, en enero de 2023, asumió la Presidencia Luiz Inácio Lula da Silva, uno de los miembros de la marea rosa que todavía se mantienen en pie dentro del ruedo político. Llama la atención que, incluso durante su campaña, el actual presidente brasileño echara mano al ya olvidado proyecto del peso real. Por supuesto, desde entonces ha hecho todo lo posible para desvincularlo del mandato anterior, incluida la decisión de rebautizar como «sur» esa todavía conjetural moneda común con Argentina.
Cuando Rafael Correa volvió a sacar el tema de una moneda latinoamericana durante el último encuentro del Grupo de Puebla, lo hizo, evidentemente, con la fe puesta en el éxito de la cruzada financiera de Lula y su proyecto económico integracionista.
El gobernante brasileño parece ir en serio con esta idea. No solo propuso que la moneda —que en principio se espera que funcione como el sucre— fuera dirigida por un Banco Central Sudamericano, sino que invitó a unírsele al resto de los Estados parte del Mercado Común del Sur (MERCOSUR): Argentina, Paraguay y Uruguay.
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