Carlos Espinosa: Interviú a Miguel Coyula / La biblioteca de Babel
La semana pasada, Miguel Coyula y su compañera, la actriz y productora Lynn Cruz, finalizaron la gira que han realizado por nueve universidades de Estados Unidos. En ella han presentado su film Corazón Azul. Las proyecciones contaron con un debate posterior con los estudiantes, así como una clase magistral a cargo de la pareja. Para ellos este recorrido significó una oportunidad más de ver la película en la pantalla grande. Algo que no pueden disfrutar en Cuba, donde existe una prohibición expresa de que los filmes de Coyula se exhiban en los espacios públicos, tanto oficiales como alternativos. Los regímenes totalitarios no toleran la libertad de creación y de expresión.
Mientras tanto, Corazón Azul sigue abriéndose un hueco en el mercado internacional, y el 8 de diciembre se estrenará en París. Allí será presentada por Paulo Antônio Paranaguá, uno de los más importantes historiadores del cine latinoamericano, quien calificó este filme como “una de las revelaciones más apasionantes del cine del siglo XXI”. De acuerdo a él, su mensaje es “decididamente moderno e iconoclasta, ya que ataca la mitología del ‘hombre nuevo’ anunciada por la Revolución Cubana”.
Corazón azul es el cuarto largometraje de la filmografía de Coyula. La completan Cucarachas rojas (2003), Memorias del desarrollo (2010) y Nadie (2017). Han participado en festivales internacionales como los de Santo Domingo, Buenos Aires, Moscú, Porto Alegre, Ashland, Sundance, Guadalajara y Málaga, en los cuales han recibido numerosos premios.
Por decisión propia, Coyula ha realizado todos esos filmes sin ningún tipo de apoyo de las instituciones oficiales, pues sigue una norma que para él es inviolable: “Siempre he pensado que se debe ser independiente en contenido y forma, por encima de la forma de financiamiento. Hablar de lo que no se puede hablar ha sido siempre mi obsesión, hacer un cine incómodo”. El suyo además es un cine que se no encaja en los perfiles del mercado y de los productores internacionales. Eso lo ha llevado a expresar: “Ser distinto te hace vivir dos disidencias”.
Coyula tiene además otra faceta a la cual sus compatriotas de la Isla tampoco tienen acceso: es escritor de ficciones. Algo que no debe sorprender, pues es autor de los guiones de todas sus películas (también se encarga de la fotografía, la edición, el diseño el sonido y los efectos especiales). En España han sido publicadas las dos novelas que hasta ahora tiene escritas: Mar Rojo, Mal Azul (2013) y La Isla Vertical (2022). En su caso, cine y narrativa además tienen conexiones, como él ha hecho notar en varias entrevistas.
A propósito de la narrativa de Coyula, Ángel Pérez ha comentado que este “prolonga en la literatura el espíritu dinámico, transgresor, experimental, disruptivo, que se percibe en sus películas. Sin embargo, su literatura abraza una singularidad propia, quizás debido a la naturaleza del material estético, quizás a que el cineasta encuentra ahí un nuevo cauce expresivo para sus cuestionamientos”.
¿Cuántos libros tiene tu biblioteca?
Tendré unos 80. Pero lamentablemente buena parte de los libros que he leído y muchos de los que más me han gustado, no son míos. Reconozco que no soy un gran lector. Dedico demasiado tiempo a ver películas.
¿Cómo los tienes organizados: por autor, por temas, por áreas lingüísticas o indiscriminadamente?
Soy muy desorganizado. Debido a eso, a veces puede ser un verdadero problema encontrar un libro.
¿Qué criterio sigues para comprar: un criterio racional, la recomendación de un amigo, las críticas que se publican o te dejas llevar por el impulso?
Yo soy muy visual y lo primero que me atrae es la imagen de la cubierta. Esa primera impresión me lleva a leer la sinopsis y por último, influye el título. Pero en realidad, compro muy pocos libros. Gran parte de los que he leído han sido prestados por amigos, o regalados por escritores. Me pasa igual con las películas. Aunque puedo afirmar que he comprado más libros que películas.
¿Qué haces para controlar la superpoblación, la cantidad excesiva de volúmenes?
Ese es un problema que me gustaría tener.
¿Cuál es el ejemplar más valioso que posees?
Es algo muy subjetivo. Los que me resultan más valiosos, no son necesariamente los que considero mejores. Los más preciados son los de la infancia y adolescencia. Quizás porque ya no los tengo. Mis padres los regalaron a mis sobrinos y a los hijos de otras amistades. Fue algo que hicieron de un modo tan gradual, que no me di cuenta. Hace poco la escritora Jamila Medina localizó El Sastre de Cuentos, una antología de cuentos de una escritora rumana llamada Marta Cozmin. El último relato se llamaba “El joven de la red”. Su protagonista era un bebé que un pescador encontraba en el mar cubierto por una red que resultaba imposible de quitar, y que crecía junto con el niño. No puedo recodar exactamente cómo dejé de tener ese libro. Intuyo que mi madre lo regaló al hijo del alguna amistad o a mis sobrinos mientras estuve viviendo por diez años en Estados Unidos, pero realmente no puedo asegurar cuál haya sido el destino del libro.
Cataclismo en Iris, de los hermanos Strugatsky, me marcó fuertemente, y solo ahora, después que un amigo me prestó de nuevo un ejemplar de la misma edición que leí hace casi cuarenta años, pude entender cuánto me había marcado. La ola que comenzaba a avanzar desde los dos polos del planeta Iris, hasta unirse en el ecuador, lentamente fue arrasando de forma indetenible la próspera colonización de un planeta utópico.
Hay otros que no he tenido la oportunidad de releer. Y la distancia en el tiempo y el prisma de la infancia magnifican y transforman los recuerdos. En una de las Crónicas marcianas de Ray Bradbury, recuerdo la sorpresa literaria de un hombre que queda varado en Marte y sobrevive de formas alternativas, hasta que al final del libro nos damos cuenta de que ha mutado en otro ser.
¿Cuál es el libro que más veces has releído?
Casi nunca releo un libro… A no ser que hayan pasado treinta años. Pero muchas veces vuelvo a frecuentar antologías. Me vienen a la mente Un oficio del Siglo XX, de Guillermo Cabrera Infante, y Días de una cámara, de Néstor Almendros.
¿Hay títulos de los cuales tienes más de una edición?
No. Me resulta difícil conseguir ejemplares físicos.
¿Tienes un lugar específico para los libros escritos o editados por ti, eso que podríamos llamar la egoteca?
Solo tengo dos novelas, Mar Rojo, Mal Azul y La Isla Vertical, de las que guardo un ejemplar de cada una. Y como los presto a menudo, sucede también que cambian de lugar de forma aleatoria.
¿Lees solo libros impresos o también electrónicos?
Resulta curioso, pues todas las películas que consumo son copias digitales pirateada. Me encanta la pantalla grande, pero si espero por ella me quedaría sin ver cerca del 95 por ciento de las películas. Y, sin embargo, me resulta imposible leer un libro si no es impreso.
¿Acostumbras prestar libros a tus amistades?
Trato de utilizar una combinación de elementos intuitivos para determinar si la persona es confiable en ese departamento. Pero sí, presto libros, aunque solo a gente confiable. Es un balance delicado. No todos los amigos son confiables, ni todas las personas confiables son amigos.
¿Devuelves los libros que te prestan?
Siempre. No me gustan las deudas.
¿Tienes un lugar y un horario fijos para leer?
Apagones diurnos, aviones, trenes, ómnibus… e inodoros.
¿Sueles subrayar y anotar los libros que lees?
Respeto demasiado un libro para inundarlo de notas y subrayados. Escribo oraciones, diálogos, ideas, solo cuando es un libro en formato digital. De otra forma siento que estoy vandalizando un objeto que otra persona debe ser capaz de leer, sin que les sean recalcadas mis obsesiones.
¿Eres monógamo para leer o lees más de un libro a la vez?
Definitivamente monógamo. Aunque a veces he tenido que parar, para devorar un libro prestado por la urgencia de devolverlo, antes de volver a retomar el primero.
¿Qué libro estás leyendo ahora?
Luis Roberto Gómez Alarcón me regaló hace poco una edición en inglés Tales of Mystery & Imagination, de Edgar Allan Poe. Estoy leyendo específicamente el cuento “Facts in the Case M. Valdermar”. En un momento que el horror ha perdido fuerza, es fascinante regresar a un mundo donde la tecnología y la ciencia aún no habían asesinado el misterio.
Por último, si alguien quisiera iniciarse en la lectura y te pidiese ayuda, ¿qué diez títulos le recomendarías leer?
—Crimen y Castigo. La psicología de Dostoievski me resulta más poderosa que su prosa. Este estudio de la culpa y la desesperación, quizás es un buen libro para la adolescencia.
—El manantial. Este libro de Ayn Rand me provoca sentimientos encontrados. Resulta irónico que la mujer que cimentara el individualismo estadounidense, huyera del comunismo. En su afán de convertir a su héroe en un portavoz de sus ideas, el arquitecto inconformista Howard Roark llega a ser casi inhumano. Es posible que existan personas así, pero el éxito y el final feliz que le otorga Ayn Rand es poco convincente para un hombre de una naturaleza tan extrema. Aun así, El manantial resulta menos ofensivo que La rebelión de Atlas, pues su protagonista es un artista y no un negociante. De igual forma, esta es una lectura que pudiera ser útil a adolescentes que no se quieran conformar a las hegemonías… Pero recomiendo que traten de leer el libro con distancia, como un canto a la integridad, y no como una apología al neoliberalismo objetivista.
—Memorias del subsuelo. Las neurosis del antihéroe protagonista, un funcionario rencoroso y contradictorio, debió haber sido toda una novedad en su época. La novela de Dostoievski adelantó la alienación modernista desarrollada en el siglo XX por Albert Camus en El extranjero, así como al propio Edmundo Desnoes en Memorias del subdesarrollo.
—El extranjero. Camus conforma su protagonista con un vacío existencial que resulta común en el siglo XXI. Fue adaptada al cine por Visconti, pero pienso que Antonioni hubiera sido el director ideal.
—Sapiens: De Animales a Dioses. Yuval Noah Harari es para la filosofía un poco como Tarantino para el cine. Toma muchas ideas que no son nuevas, pero su poder de asociación es muy agudo, al igual que su ritmo y su sentido del humor.
—Carbono 14. Una novela de culto. Delirante, la novela de Jorge Enrique Lage transciende geografías nacionales para enmarcarse dentro una de las narrativas fragmentadas que mejor ilustran un híbrido de géneros e imágenes. Pero La Autopista: The Movie es aún mejor.
—La trilogía de Nueva York. Paul Auster no es de mis autores favoritos, cuestiones de sensibilidad. Muchas veces tiene la necesidad de armar y redondear el rompecabezas para no dejar cabos sueltos. Pero reconozco que es un maestro que sabe captar la atención.
—Memorias del subdesarrollo. Cierto que la adaptación cinematográfica es mejor. Pero de igual forma, la literatura cubana de la época que se hallaba en un momento de colectivismo, habría renunciado a la voz interior y la inconformidad e incertidumbre que se plasman en la novela de Desnoes.
—La vida breve y feliz de Francis Macomber. Este cuento de Hemingway hace gala de un pragmatismo seco, del cual brota una belleza infinita.
—The Road. La novela post apocalíptica de Cormac McCarthy es árida, tan fría como el mundo que describe. Contenido y forma van de la mano en este texto.
Publicación fuente ‘Cubaencuentro’ / Se reproduce con permiso del autor.
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