Carlos Manuel Álvarez: Maykel Osorbo / ‘A mí tienen que asesinarme de frente’
El pasado jueves 18 de abril, el rapero Maykel Osorbo, preso político en la cárcel de máxima seguridad de Kilo 5 y Medio, Pinar del Río, y condenado a nueve años de privación de libertad, casi pierde de una mordida la hélice de la oreja izquierda luego de que cuatro reos comunes lo agredieran en complicidad con las autoridades de la penitenciaría y la Seguridad del Estado cubano. La sección 3 de la cárcel, que alberga 64 prisioneros, recibió esa mañana solo 28 panes para el desayuno. De la escasa comida que llega al lugar, los trabajadores, los guardias y los oficiales de Kilo 5 y Medio roban constantemente buena parte de ella, por lo que varios reclusos, entre los que se encontraba Maykel, protestaron de inmediato y reclamaron que los querían matar de hambre.
Otro prisionero, apodado el Bemba, ofendió a Maykel y lo provocó, incitado por ciertos beneficios y algunos pagos de mil 200 pesos que recibe de parte de las autoridades para vigilar al resto e informar sobre cualquier asunto. En una carta que logró sacar de la cárcel, Maykel, quien llevó la peor parte en el incidente después de que lo esposaran y sus agresores continuasen libres, lo ha contado así: «Un preso me tiró un golpe y yo me defendí. Al ver que no podía conmigo, me dio una mordida que casi me arranca la oreja, pero yo no culpo al preso, puesto que él es simplemente una herramienta en manos del régimen». El teniente coronel Yusmani, jefe de prisiones de Pinar del Río, le dijo entonces al Bemba: «Coño, compadre, nada más le mordiste la oreja. Yo tú lo hubiese despingado, si tú pesas 100 kilogramos».
Junto a Yusmani, Maykel ha responsabilizado por la agresión a Raúl Alejandro, mayor de la Seguridad del Estado; a Pedro, capitán jefe de Unidad de Kilo 5 y Medio, y a Lázaro Castillo, capitán, segundo jefe de Unidad y estratega de este tipo de episodios violentos cada vez más frecuentes contra el rapero, ganador de dos Grammy Latino y declarado preso de conciencia por Amnistía Internacional.
A comienzos de 2023, una cámara de vigilancia fue colocada en la galera a la que Maykel pertenece, y desde entonces diversos amigos y familiares suyos han denunciado el riesgo que corre la integridad física del artista, víctima de un acoso orquestado por la policía política a través de reclusos comunes. «Una vez más me siento ganador, porque si esperaban que procediera con violencia, la sonrisa fue mi defensa. Si contaban con que les faltara el respeto, al contrario, lo culto mi definición», les ha dicho Maykel a sus represores en una de las cartas donde denuncia la delicada situación por la que actualmente atraviesa. Y aclara: «Si el capitán Lázaro Castillo pensó que en algún momento creí en su buena voluntad, se equivocó. Yo llevaba un mes explicando cómo iban a suceder las cosas. Como pueden ver, nadie hizo caso. Ahora, si en alguna situación alguien creyó que yo me chupaba el dedo y no sabía lo que pasaba, creo que se equivocaron de medio a medio, pero a este negro no lo mata nadie».
La información primera sobre la pelea de Maykel y su estado de salud, el pasado jueves 18 de abril, llegó a través de otro preso común, compañero suyo, que llamó por teléfono a Vivianny Fuentes, esposa del artista, y le contó lo ocurrido. Esa misma tarde, Maykel tuvo también acceso a una llamada telefónica, que no le correspondía y que seguramente le fue otorgada por las autoridades de la cárcel para que desmintiera la información inicial.
Ante el temor de que lo privaran de las visitas familiares correspondientes al viernes 19 y el miércoles 24 de abril, Maykel no le otorgó mayor importancia al incidente, y esa declaración suya fue posteriormente difundida desde sus redes sociales.
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