Darío Alejandro Alemán: Editor de ‘elToque’ denuncia desde Miami amenazas de agentes cubanos / ‘Solo nos queda ir a donde estás y sabemos cómo hacerlo’
Hacía tiempo que el periodista cubano José Jasán Nieves Cárdenas no tenía noticias de Mabel y Franco. Cierto que la Seguridad del Estado cubano ha alimentado programas de televisión y artículos en la prensa oficial para desprestigiar elToque, medio independiente del cual es editor general, y que compañeros suyos —como él mismo en su momento— han sido amenazados con la cárcel y sometidos a interrogatorios y otras formas de presión psicológica durante los últimos dos años por informar desde Cuba. Pero él nunca pensó que volvería a saber de Mabel y Franco, los nombres falsos que esconden las identidades de los agentes que lo hostigaron en 2019 antes de marcharse de la isla con destino a Miami.
A inicios de abril pasado, Mabel y Franco reaparecieron en su vida a través de un mensaje que le llegó a su teléfono móvil. Solo querían hablar con él, dijeron a través de un número telefónico ecuatoriano, lo cual —según el propio Nieves— resultaría bastante lógico si se trata de alguien que no quiere ser identificado, básicamente porque las tarjetas SIM de ese país suelen costar menos de un dólar.
José Jasán Nieves, quien desde 2019 vive junto a su familia en Estados Unidos, recibió el mensaje justo en las fechas en que la prensa oficial cubana iniciaba una nueva campaña de descrédito contra elToque. «Yo no tengo nada que hablar con esos señores, así que, inmediatamente, bloqueé el contacto», relata a El Estornudo.
Los supuestos agentes de la Seguridad del Estado intentaron contactarlo dos veces más del mismo modo: mensajes de WhatsApp desde líneas telefónicas ecuatorianas. Cada uno más insistente que el anterior. Querían hablar con él, que dejara de huirles, pero él se limitó a no responder y a bloquear una y otra vez esos contactos.
«El viernes 21 de junio enviaron un mensaje de amenaza. Me dijeron: “Ya que no respondes, solo nos queda ir a donde estás y sabemos cómo hacerlo”. Entonces me mandaron una foto de la fachada de mi casa y un video tomado desde dentro de un auto pasando por frente a mi casa. El video debe ser reciente, pues hace pocos meses que vivo aquí. Eso me llevó a tomar la decisión de que este acoso no puede quedar sin respuesta».
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Los primeros encuentros de José Jasán Nieves con la Seguridad del Estado ocurrieron en 2007, cuando estudiaba periodismo en la Universidad Marta Abreu, en la provincia Villa Clara. Allí, cuenta, organizaba la radio universitaria, que no pasaba por su mejor momento debido a la falta de atención y de recursos. Por este motivo organizó una «pequeña huelga» que casi le habría costado la expulsión de la universidad.
Poco después, con cierta inocencia, puso a circular por el centro educativo una caricatura que las autoridades interpretaron como una burla a los agentes cubanos que entonces estaban presos en Estados Unidos por el delito de espionaje y que el gobierno cubano llamaba los «cinco héroes». La caricatura resignificaba una de las imágenes más icónicas de la campaña de propaganda por la liberación de los espías. Se trataba de una estrella que, en vez de tener sus rostros en cada una de las cinco puntas, mostraba la imagen de un vegetal. Encima de la imagen, la palabra «Volverán» estaba encerrada entre signos de interrogación. La broma aludía a la escasez de productos agrícolas en los mercados cubanos, pero los oficiales de la Seguridad del Estado encargados de vigilar y frenar cualquier crítica contra el régimen en el entorno universitario, y cuyas oficinas estaban en el propio complejo docente, específicamente en el edificio U2, lo interpretaron como un gesto hostil. El hecho, afortunadamente para José Jasán Nieves, terminó solo con otra advertencia sobre una posible expulsión.
Tanto en la prensa local de Cienfuegos como en la delegación provincial de la Asociación Hermanos Saíz —instancia donde fungió como vicepresidente—, conoció a otros agentes de la Seguridad del Estado. Siempre se trataba de algún sujeto callado que se sentaba aparte, en una esquina del salón de reuniones, para escuchar lo que decían los demás, o bien alguien que se paseaba por las oficinas y sostenía pláticas supuestamente cordiales en las que a menudo indagaba sobre otros compañeros. La Seguridad del Estado parecía omnipresente, atenta a cualquier gesto que despertara sospechas de «desviación ideológica».
«Me fui a La Habana en 2014», cuenta José Jasán Nieves. «Estuve seis meses trabajando en el periódico Trabajadores (órgano oficial de la Central de Trabajadores de Cuba), pero me despidieron porque no vencí la evaluación que hacía la Seguridad del Estado, ese chequeo que te hacen para entrar en un medio nacional. Por esa época ya yo escribía para medios no estatales como OnCuba, Progreso Semanal y elToque. A medida que seguí avanzando en la organización y gestión de medios independientes, viví lo que probablemente hemos vivido todos los periodistas que lo intentamos hacer en Cuba: esas interacciones con agentes de la Seguridad del Estado que disfrazan de conversaciones corteses lo que no es más que un ejercicio de acoso e interrogatorios policiales».
En julio de 2019, Mabel y Franco aparecieron en su vida. El periodista y editor cubano la recuerda a ella como una muchacha joven y a él como un señor calvo que, por cierto, creía haber visto mucho antes en un video circulado por la Seguridad del Estado donde se acusaba de «mercenaria» a la periodista independiente Yoani Sánchez.
«Estas personas me llamaron para que no fuera a una manifestación que se había convocado por el cierre de SNET en La Habana. Yo no tenía planes de ir, pero ese día me pusieron a dos agentes vestidos de civil sin identificarse fuera de mi casa, y cuando fui a salir con mi hija a comprar refresco a la esquina no me dejaron… A esa detención domiciliaria irregular le siguieron los interrogatorios. En ellos pasaba lo de siempre. Los agentes hacían énfasis en que lo que hacemos (trabajar en medios independientes) es ilegal y tiene consecuencias. Entonces mi familia y yo abandonamos Cuba porque consideramos que no era seguro para nosotros».
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La mayoría de medios cubanos independientes ha sufrido casi desde el principio la hostilidad de los órganos represivos del gobierno cubano, específicamente de la Seguridad del Estado. En 2020 una cruzada mediática y represiva contra varios medios independientes empujó a algunos periodistas, incluidos miembros de El Estornudo, a abandonar su trabajo o partir al exilio. Dos años después, el objetivo principal de esos ataques era elToque. Sus reporteros en la isla fueron perseguidos y amenazados; de hecho, en agosto de ese año nueve desistieron públicamente de su labor y, luego, algunos de ellos marcharon al exilio. En un editorial publicado el 31 de ese mes, titulado «La noche no será eterna», se leía entonces:
Vivimos días de mucha tristeza e indignación. Nos genera un gran conflicto emocional que miembros del equipo se vean obligados a dejar de trabajar, sin otra razón que la de un autoritarismo que no rinde cuentas. Colegas que han aportado su talento y dedicación a hacer de elToque un medio que sirva, en toda la extensión de la palabra, a la ciudadanía cubana hoy se ven obligados a abandonar el ejercicio del periodismo independiente.
Nos indigna el arsenal de castigos ejemplarizantes que han desplegado los represores contra muchachos tan jóvenes.
La exigencia de que renuncien a trabajar (y lo hagan públicamente, incluso sin nombrar a la Seguridad del Estado, como si fuera un fantasma) no es la única condición que han impuesto los gendarmes políticos. El decomiso de medios básicos de trabajo y la extensión de la sanción de prohibición de salida del país a cualquiera que forme parte del colectivo son anunciados como escalones de un camino que conducirá al procesamiento judicial bajo el nuevo Código Penal. Todas las amenazas se han materializado durante reiterados interrogatorios en estaciones policiales, casas de «protocolo» de la Seguridad del Estado o en invasiones del espacio personal de los colegas, usando como mensajeros (y, por ende, provocando daño colateral) a familiares y amigos.
En abril de 2024, cuando José Jasán Nieves recibió el primer mensaje de los agentes Mabel y Franco, el régimen cubano volvía a arremeter en la prensa oficialista contra elToque. La nueva campaña de descrédito se centró en una popular iniciativa de este medio: la «Tasa Representativa del Mercado Informal de Divisas en Cuba» (TRMI). Fundamentada en el monitoreo constante de la oferta y la demanda de dólares, euros y MLC (Moneda Libremente Convertible) entre los residentes en la isla, la «tasa de elToque» es señalada como un factor que genera deliberadamente la inflación y, en particular, la devaluación de la moneda nacional. De acuerdo con la narrativa oficial, se trataría de un instrumento de «guerra económica contra Cuba».
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