Orlando Freire Santana: El ‘lápiz rojo’ se vuelve contra la censura castrista

En el contexto de la Fiesta de la Cubanía celebrada recientemente en la provincia Granma se efectuó el III Taller de Pensamiento Cultural Latinoamericano Descolonizador, en el que un panel de especialistas debatió acerca del libro El lápiz rojo. Prensa, censura e identidad cubana (1878-1895), de la autoría del sociólogo cubano-mexicano Alain Basail Rodríguez.
El texto, publicado en el año 2004, trata sobre la censura y otras trabas impuestas por las autoridades coloniales españolas a la prensa que se editaba en Cuba (ello a pesar de la relativa flexibilización del dominio colonial sobre la Isla a raíz de la Paz del Zanjón) en las postrimerías del siglo XIX, cuando se creaban las condiciones para reanudar la lucha por la independencia de la Isla.
En tales condiciones el autor del libro apunta que, como respuesta a la estrategia de las autoridades coloniales, se fue creando en la Isla un mecanismo de resistencia que cimentó los valores de la cubanía. En ese sentido, en el citado panel se insistió en que «ese mecanismo de control terminó catalizando la formación de una identidad disidente, demostrando que el poder colonial, al intentar suprimir voces, estimuló el ingenio criollo para decir las cosas de la mejor manera».
Al parecer, los integrantes del referido panel, todos intelectuales al servicio del régimen castrista, no se percataron —y si lo advirtieron acudieron al disimulo— que la historia se repite, y vemos cómo ahora sucede exactamente lo mismo que a finales del siglo XIX.
Existe en nuestra patria un control total de los medios de difusión por parte de la maquinaria del poder, con el gobernante Partido Comunista al frente, que impide la circulación de cualquier noticia que moleste a las autoridades, así como no permiten el libre flujo de la información. Una realidad que quedó confirmada una vez más en días pasados, cuando varios eventos de la rancia izquierda internacional celebrados casi simultáneamente en La Habana acordaron una estrategia que en la práctica elimina cualquier vestigio de libertad informativa en las naciones de ese signo político en América Latina. Como es lógico, Cuba incluida.
¿Y qué ha debido hacer la sociedad civil de la Isla? Pues la creación de un periodismo independiente y contestatario que se oponga a los ocultamientos y tergiversaciones de la prensa oficialista, y responda a los reales intereses del cubano de a pie.
Es decir, que a similitud de lo acaecido en el siglo XIX, ha aparecido en Cuba un mecanismo de defensa de las tradiciones democráticas de la nación — en el que la libertad de prensa es un pilar esencial— que va en contra de los designios de la camarilla que detenta el poder. Viene siendo algo así como un lápiz rojo en el siglo XXI.
Es significativo apreciar cómo bajo la conducción de los actuales gobernantes de la Isla se repiten muchas de las situaciones que estaban presentes durante el régimen colonial. Con el agravante de que, si antes eran las cadenas impuestas por un poder extranjero, ahora es la opresión de algunos cubanos a su propio pueblo.
Por supuesto que los cubanos amantes de la libertad y la democracia no desmayarán en el intento de establecer en la Isla un sistema en el que se respete cabalmente la libertad de expresión. A estas expresiones iniciales de un periodismo independiente, al que siempre la cabrá el mérito de haber visto la luz en un momento tan difícil e importante, le seguirá en un futuro no muy lejano el surgimiento de muchos órganos de prensa que representen todas las tendencias ideológicas que seguramente dibujarán el horizonte político de la nación.
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Publicación fuente Diario de Cuba
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