Mi primera visión de Fidel fue cuando entró en La Habana el 8 de enero de 1959. Yo tenía diez años y lo vi pasar por la Avenida del Puerto montado en un vehículo militar, rodeado de barbudos, saludando con la mano a la multitud. El ambiente era apoteósico, como de carnaval mezclado con epifanía. Todas las clases sociales confluían allí para vitorear a los rebeldes. Para seguir leyendo…
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