Desde esa perspectiva curricular, el arte sólo puede configurar “el peligro sin el peligro”, tal como definía José Lezama Lima a las epifanías que no alcanzaban a serlo del todo. Con ese andar en retroceso -ese Moonwalker que remeda la famosa coreografía de Michael Jackson-, el arte deja de invocar el progreso para, simplemente, aparentarlo. Simula que avanza, cuando en realidad no hace más que recular. Para seguir leyendo…
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