El rol de lo sagrado y su inseparable relación con el sacrificio, que teorizaron hasta el cansancio los dos “antimodernos” emblemáticos del Collège de Sociologie, Roger Caillois y Georges Bataille, actualizaron una idea del tiempo y de lo sublime que solo podía ser representada y comprendida plenamente a través de ciertas zonas del arte y la literatura. Gracias al mito, el intelectual moderno estaba obligado, como un Jano bifronte, a mirar siempre hacia el pasado para entender su presente. Una doble condición que busca ser, al mismo tiempo, liturgia y relato. Para seguir leyendo…
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