Abelardo Mena: ·Armando Mariño·

Actualidades | Artes visuales | 6 de septiembre de 2017

El negro de Mariño no se desplazaba por las calles de La Habana sino que exploraba cuadros canónicos de la historia del arte occidental, fetiches socialmente aceptados de prestigio y consagración por museos, academias y críticos de arte. Mediante instalaciones, esculturas, dibujos y lienzos creados con la técnica del tableau vivant o de la pintura narrativa académica, Mariño creaba un espacio ficcional—estilo Woody Allen en La Rosa Púrpura del Cairo—del cual el negro entraba y salía sin dificultades, a la vez que se relacionaba de manera “incorrecta” con obras y personajes de la tradición artística. Era una aproximación sarcástica hacia el arte como espacio de poder y exclusión. Para seguir leyendo…