El escenario insular ha demostrado ser una pista de hielo para varios de los artistas que hibernan, por un tiempo, en cualquier latitud foránea. Lo fue ante el retorno de un Ricardo Rodríguez Brey recubierto de una pompa oficial que superaba hasta el desparpajo su discreta producción; otro poco le sucedió a José Manuel Fors, cuyo regreso no significó más que un giro de tolerancia en la política institucional frente a los artistas cubanos emigrantes; el de Ángel Delgado, acaso más reciente, tal vez queda como el peor de los reencuentros con el espacio cubano: se echa a ver en demasía, el desfasaje que experimenta un artista marcado por un escándalo de fuerte resonancia a inicios de los 90, y hoy en planes de rehabilitación formal dentro de la isla. Para seguir leyendo…
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