El proyecto de ley propone con sus restricciones una producción audiovisual blanda y complaciente, tanto política como existencialmente, para nada distinto del Hollywood frívolo que tanto criticaron, cuyos modelos RTV Comercial hoy sigue al pie de la letra. Una vez más los realizadores e intelectuales buscan otros horizontes fuera de la Isla, mientras buena parte de los que permanecen no hablan con la fuerza que hay que hablar. El barco se está hundiendo. Lo que propone la disposición es un cine no agresivo desde el punto de vista político, sexual, o violento. Para seguir leyendo…
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